Primero eran cervezas, refrescos, tomates, pero luego fueron becerros y más tarde azúcar. El más reciente caso de rapiña en las carreteras fue el de un camión en Chiapas que llevaba gel para el pelo. A los buitres que acuden a la rapiña ya no les importa lo que puedan robar, sólo quieren llevarse algo, cualquier cosa. No les importa que los estén grabando, no les importa que pongan su vida en riesgo.
En septiembre de 2018 un camión lleno de abarrotes se quedó sin frenos y terminó en una rampa de arena. Hasta ahí fueron las personas de los pueblos cercanos a saquear al camión que afortunadamente no se volcó. Tan atareados estaban en la rapiña que no se dieron cuenta que otro camión, que también se quedó sin frenos, utilizó la misma rampa y arrolló a cuatro personas. Sólo faltaba que los familiares de los fallecidos demandaran al dueño del camión de abarrotes por la muerte de los saqueadores.
Este tipo de rapiña nos ayuda a entender lo que sucedió en Tlahuelilpan, Hidalgo, donde cientos de personas pusieron en riesgo su vida para robarse unos litros de gasolina. Ya van más de cien muertos por esta tragedia y la gente no escarmienta. Lo dicho, con este tipo de ciudadanos no hay Cuarta Transformación que sirva.
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