Pocos días antes de que la maestra Elba Esther Gordillo fuera el blanco principal de los ataques del fallido gobierno de Peña Nieto, advirtió que los maestros «no permitirán que se ponga en riesgo su permanencia en las aulas» y sentenció que los docentes son “amorosos”, pero «firmes como guerreros». Y no se equivocó, a pesar del feroz ataque, los maestros se pusieron en guardia, no se dejaron amedrentar por los granaderos ni por los cascos de la policía montada, ni tampoco por los ladridos de la policía canina.
Valientes maestras resistieron las descargas de las macanas de la policía veracruzana, bajo las órdenes del ahora recluso Javier Duarte. Hoy, los maestros afiliados al SNTE ven a la actual dirigencia como un gigante de hierro con pies de barro. Los maestros de gran parte del país, quieren cobrar la traición por haberlos vendido y no defenderlos de la Reforma Educativa.
El reloj de la democracia no se detiene, sus manecillas pronto marcarán la hora de la verdad. El tiempo de la partida de los traidores está a la vuelta de la esquina. El presidente quiere democracia en el SNTE y Alfonso Cepeda y compañía tendrán que enfrentar el juicio de los maestros, no hay de otra, o la beben o la derraman.
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