Desde que Cuitláhuac García tomara las riendas del estado de Veracruz se han registrado más de 20 feminicidios; serían más si se hace caso a la recomendación del propio gobernador quien señaló que todas las mujeres que mueren se cuentan como feminicidios. Cuitláhuac García podrá tomarse fotos con Lucy Díaz y presumir que está haciendo caso a los Colectivos, podrá declarar que se está combatiendo el feminicidio en Veracruz, así como decían los abuelos, «de dientes para afuera».
Pero son sus actitudes y sus berrinches lo que muestra su verdadero sentir frente a las mujeres. Al no acudir a la inauguración del Centro Integral de Justicia para la Mujer, sólo porque es una obra que la Fiscalía del Estado levantó, no está desdeñando a Jorge Winckler, sino a las mujeres de Veracruz. El centro será un refugio de atención para las mujeres que son amenazadas o que sufren ataques en contra de su integridad física o psicológica; un refugio jurídico que las auxilie cuando se sientan en peligro.
Pero para Cuitláhuac García ese centro es un edificio que su administración no hizo y por lo tanto no cuenta. Eso es misoginia política, eso sólo se espera de un funcionario inmaduro que gobierna con sus intestinos y no con el cerebro. Por cierto, ¿cuándo va a conectar el cerebro con la realidad el novel gobernador?
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