El dueño del establecimiento notó su cambio de coloración, reportó la situación y, por ello, arribaron al lugar biólogos del Instituto de Langosta de la Universidad de Maine, quienes estimaron que la afortunada langosta aparece cada 30 millones de ejemplares.
Debido a esta particularidad, el animal se salvó de morir y ser degustado por algún comensal. Incluso, fue bautizada como “Eva” y colocada en un tanque con agua salada; sin embargo, su exhibición podría ser temporal, pues consideran trasladarla al Acuario de Georgia, en Atlanta. Cabe destacar que su caso se ha difundido de manera rápida en redes sociales, pues mucha gente comentó no haber visto antes un ejemplar como este