En los últimos años, las tragedias ocurridas a funcionarios de alto nivel han sido algo frecuentes. Tan sólo en el gobierno de Felipe Calderón perdieron la vida, en el 2008, Juan Camilo Mouriño, el entonces secretario de Gobernación, quien viajaba junto con Santiago Vasconcelos, entonces subprocurador de la Procuraduría General de la República. Otro secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, también murió en el 2011 en un accidente aéreo, en el que murieron varios de sus colaboradores.
Antes, en el 2005 el secretario de Seguridad Pública de Vicente Fox, Ramón Martín Huerta, murió al desplomarse el helicóptero en el que viajaba. Cabe señalar que en el gobierno de Enrique Peña Nieto no hubo accidentes en el que estuvieran involucrados personajes de alto nivel, sin embargo, un helicóptero del Ejército fue derribado en Jalisco por el crimen organizado y en 2017, en Oaxaca, arrojaron petardos al helicóptero del presidente Peña Nieto durante su visita a esta entidad.
La trágica muerte de Martha Érika Alonso y Rafael Moreno Valle pone nuevamente focos rojos en el tema de las flotillas de aeronaves para uso de funcionarios públicos, pues o no se les está dando el mantenimiento debido, o hay negligencia, o lo más grave, podría haber complicidad criminal.
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