Armando Ortiz / Lucía Díaz del Colectivo Solecito ha dejado de ser una voz autorizada. Las treinta monedas de plata prometidas, un camión y unas letrinas móviles, el cambio denominativo de Colectivo a “Movimiento” (como el de los 400 pueblos) utilizado como grupo de choque y el silencio guardado ante la liberación del que es considerado por otros colectivos como el responsable de cientos de desapariciones, Arturo Bermúdez Zurita, la han desautorizado. Ahora, cada que le pidan que hable, habla, con la esperanza de que algo de los 100 millones, que el gobierno federal otorgaría a la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas en Veracruz, le toque a su colectivo: “100 millones sería el mínimo creo que, para hacer un trabajo bastante adecuado, pero también me queda claro que lo más importante será la voluntad política”. Por supuesto todavía para muchos, hacer crítica de los colectivos es tabú en periodismo, porque no se puede tocar un tema tan sensible en periodismo. Pero tampoco puede uno callar ante los hechos, ante las circunstancias, ante el claro lucro que se está haciendo del dolor personal. Cuando inició el Teletón no se podía criticar semejante empresa altruista, ¿cómo se podía criticar el trabajo de una Fundación que velaba por el bienestar de los niños discapacitados? Pero cuando se supo que mucho del dinero donado, de buena fe, por los mexicanos, era usado para evadir impuestos, no se podía uno quedar callado.
Hipólito Rodríguez, alcalde relegado; Eric Cisneros, alcalde “honorario” de Xalapa
En la invitación que mandaron para lo que sería la inauguración de la obra de pavimentación de los 268 metros de la calle Mérida en la colonia Progreso Macuiltepec no aparecía el sello del municipio de Xalapa. Estaban los sellos del gobierno de Veracruz y de la Secretaría de Gobierno. No obstante, a pesar de ser “convidado de piedra”, el alcalde de Xalapa presume la ceremonia en la que se vio relegado: “Es un día hermoso para #Xalapa. Entre sociedad, empresas y los distintos niveles de gobierno, sensibles y comprometidos con la sociedad xalapeña, se logra proyecto de obra pública en conjunto, en la calle Mérida, con 286 metros de carpeta asfáltica renovada en una vialidad estratégica de la colonia Progreso”. En la fotografía oficial ni siquiera se le ve cerca del gobernador Cuitláhuac García, no así el senador Ricardo Ahued, exalcalde de Xalapa. Entre Cuitláhuac e Hipólito está una mujer y la robusta figura del secretario de Gobierno, que la ha hecho de alcalde de Xalapa honorario, pues él es quien ha estado dando su manita de gato a la ciudad, viendo si las luminarias de los parques funcionan y si las tarjeas están o no desazolvadas. Hipólito se ha convertido en una figura decorativa, un funcionario gris al que ya no le permiten abrir la boca para que no la ande regando. En una de esas, dicha estrategia, conviene a Xalapa.
“Estábamos allá cuando empezó a arder la colita del avión”; testigo que vio la caída del helicóptero
Para abonar a las teorías de complot, Raymundo Coyotecatl, dueño del predio donde cayó el helicóptero en el que viajaban Martha Érika Alonso y Rafael Moreno Valle, señaló que él y otros testigos vieron como el “avión” ya llevaba la “colita” en llamas: “Desde ayer vimos como venía ardiendo el avión, pero yo me fui, sí lo vi, estábamos allá cuando empezó a arder la colita del avión y varios del pueblo lo empezaron a seguir con camionetas”. Por supuesto, si es que se confirma que antes de impactarse con la tierra el helicóptero ya estaba ardiendo de la cola, el incendio podría deberse a la falla mecánica de la que habla Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública. Pero para aquellos que aman las teorías de complot, esta declaración, de ser confirmada por otros testigos, los llevará a argumentar que no hubo accidente, sino que la caída de la aeronave se debió a un atentado. Por supuesto, de corroborarse que fue un atentado, quedaría por saber quién estuvo detrás de ese atentado. Como ven, sobre este tema todavía queda mucho que decir.
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