Salvador Muñoz / Despertar el 25 con la idea de que todo hubiera sido una maldita pesadilla de Nochebuena, de Navidad, se rompe cuando la Mujer me dice: “¡Lo hicieron Hashtag!” y me enseña el twitter… #AMLOAsesino.
Hablamos la tarde-noche del 24, del único tema del que se podía comentar: la muerte del matrimonio Moreno-Alonso. Cuántas veces lamentamos ver juicios tan simples, que iban desde el “los mataron” al “falla mecánica”. Decidimos dar la vuelta a esa hoja pero mantenernos en la misma historia… si bien respetamos el juicio de cada quien, valorado en un “atentado” o en un “accidente”, pasamos a las consecuencias inmediatas y a corto y largo plazo.
II
El juicio que se da en las redes sociales contra Andrés Manuel López Obrador es consecuencia de sí mismo. Me explico:
Andrés Manuel López Obrador fustigó el resultado electoral en Puebla. AMLO marcó con anatemas la actuación del Tribunal Electoral. El Peje incluso hizo un desdén a la rendición de protesta de Martha Erika Alonso y antes, “le hizo feo” a Puebla al excluirla en su “gira de agradecimiento”. En pocas palabras, generó una animadversión en torno a Rafael Moreno Valle y Erika Alonso que tiene consecuencias tanto a favor por parte de sus seguidores como los de Miguel Barbosa, como en contra, por parte de los defensores de los panistas… en pocas palabras, el tabasqueño hizo lo que a la perfección sabe hacer: polarizó Puebla.
Si se dieron cuenta no me referí a él como “Presidente electo” o “Presidente Constitucional”, porque lejos de actuar como Jefe de Estado, se comportaba como cualquier cosa, menos como la figura a la que debía dar lustre.
III
La siguiente pregunta es lamentable hacerla, pero políticamente, había que realizarla: ¿El deceso de Moreno-Alonso a quién perjudica y a quién beneficia?
Tengo amigos y familiares tan lejanos a la política que lo primero que me dijeron al enterarse de la muerte de los poblanos fue “los mataron”. Los más aventurados señalaron a López Obrador como responsable de tal suceso.
El funesto suceso del 24 de diciembre tuvo un efecto tanto en redes sociales como en la percepción ciudadana que acabó en ese Hashtag del inicio de estos comentarios: #AMLOAsesino.
El juicio social se sembró… como igual se sembró en aquel 1989 con Clouthier, o ese 1969 con Carlos Madrazo Becerra, o con Luis Donaldo Colosio en 1994, o Juan Camilo Mouriño en 2008 y pudiéramos meter unos tres datos más, pero en cada caso, para el pueblo sabio, que no se equivoca, para ellos fue todo, menos un accidente o una falla mecánica...
¿Y a quién beneficia?
En una instancia inmediata, y siendo vulgares y prosaicos, sin que el PAN lo haga de manera directa, el deceso de Moreno-Alonso pasa a ser una bandera que fustigarán en redes sociales “trolls”, “periodistas” y “críticos del sistema”… etapa que ya está en proceso y con resultados contundentes: #AMLOAsesino.
Si tuviéramos un espíritu “conspiracionista”, diríamos que beneficia a la Mafia del Poder, ésa que tanto atacó López Obrador antes de su triunfo electoral aunque es seguro que se haya dado cuenta a estas alturas del Sistema, que la Mafia del Poder no se vence con votos.
IV
El deceso de Moreno-Alonso precipita sin querer (o queriendo, dijeran los “conspiracionistas”) los termómetros político-sociales de la Cuarta Transformación con una elección extraordinaria para Gobernador de Puebla, cuando la medición se esperaba primero, en sus cien días de Gobierno; luego, en su primer año de Gobierno; y posteriormente, en las primeras elecciones del 2021.
El deceso de Moreno-Alonso exhibe lo más oscuro de nuestro espíritu político pero ello no es nuevo… con el mismo rasero se trató a Enrique Peña Nieto sólo por poner el ejemplo de Ayotzinapa… si ya en las redes sociales tachan como asesino a AMLO, no nos extrañe que surjan los “espontáneos” en actos públicos exhibiendo pancartas o gritándolo…
El deceso de Moreno-Alonso debe obligar ya en estos momentos a Andrés Manuel López Obrador a actuar como Jefe de Estado y por ende, hablar como tal, y sobre todo, hacer lo que debió haber hecho desde el pasado julio: unificar al país, no dividirlo con sus ocurrencias, con sus chistoretes, con bravatas… creo que mientras los mexicanos están conscientes de que hubo un ganador absoluto en las pasadas elecciones, el triunfador al parecer, sigue en campaña…
El deceso de Moreno-Alonso, al final, sin querer (o queriendo, dijeran los “conspiracionistas”), se convierte en un “estate quieto” para López Obrador… porque tan fácil es ser el héroe de la película, como de la noche buena a la navidad, convertirse en el villano del Twitter con un Hashtag: #AMLOAsesino.
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