Así es que los templos se llenarán y las personas ya andan peregrinando, recorriendo grandes tramos a pie, como si no hubiera autobuses. Pero hay que hacerlo así porque del tamaño de la penitencia es el perdón; claro, del tamaño del sacrificio también es el pecado.
No sabemos si hay un tabulador para eso, pero debería haberlo. Una especie de escala que te diga cuantos kilómetros hay que recorrer a pie para determinado pecado. Digamos, si el fiel piensa fornicar una vez por quincena (porque a estas alturas hasta pecar sale caro), pues deberían decir cuantos kilómetros a pie debe caminar el peregrino; y si el sujeto sólo piensa mentir, o echarle una mentada de madre a algún funcionario corrupto, a lo mejor a ese lo dejan llegar en taxi a la Basílica.