Hay que recordar que la elección de gobernador en Puebla fue de las que más quejas se presentaron por parte de los partidos opositores y, muy importante, de los ciudadanos que acusaron a la administración actual, panista claro está, de haber operado a favor de su candidata. También se acusó a Moreno Valle, el exgobernador, de tener las manos bien metidas en el proceso. Los magistrados tuvieron una oportunidad histórica y la dejaron pasar. De haberla anulado hubieran sentado un precedente en la vida democrática de México, y hubiera sido un mensaje claro de que en el país no se permitirá más que los procesos electorales se ensombrezcan.
Este capítulo ya se cerró, pero se ha abierto uno nuevo. El próximo viernes Martha Érika asumirá la titularidad del gobierno de su estado y el camino que va a iniciar estará plagado de obstáculos porque, si bien el PAN ha logrado quedarse con la gubernatura, la realidad es que no tiene una presencia importante el Congreso Local y no contará con una base sólida de alcaldes que la respalden porque la mayoría son de oposición. Por los próximos seis años, a la nueva gobernadora la va acompañar la sobra de la duda, y su triunfo siempre va a ser cuestionado por la clase política y por los ciudadanos poblanos.