El único que es culpable es Javier Duarte, el “asesino solitario”, quien hizo todo junto con su esposa y sus prestanombres. Los demás sólo obedecieron órdenes y obedecer órdenes no es un crimen. Ya que están de perdonadores, agarren parejo, que se diga algo de esta recién estrenada República Amorosa.
Como dirían en el pueblo, «o todos hijos o todos entenados» o «todos coludos o todos rabones». Si perdonan a uno, perdonan a todos, pues qué Gina Domínguez es menos, o Toño Nemi no es digno de su perdón. Finalmente, los que gozan de la plenitud del pinche poder pueden hacer de las leyes un papalote. Hagan una ley que diga que, de ahora en adelante, lo negro es blanco y lo sucio es limpio; tienen mayoría, ¿qué les cuesta?