En esta vida se siega lo que se siembra, el partido que hasta hace poco se mantuvo en poder en México por casi un siglo, recibió una estocada de muerte este primero de julio que pasó. Con la fuerza de más de 30 millones de mexicanos, ofuscado y enojados por las rapaces reformas estructurales que impulsó el PRI y sus satélites, el tricolor desapareció casi completamente del escenario político mexicano.
Sólo quedó una pequeña parte de ellos en el Senado y en algunos congresos; éstos sólo son vistos como recipientes del encono y reproche del partido mayoritario. Esta situación por la que pasa el PRI, en gran parte tuvo que ver por la crasa impunidad y frivolidad del gobierno que termina. Los escándalos y dispendios de la familia del propio Enrique Peña Nieto fueron tomados como una sentida mentada de madre para la paupérrima economía de los más de 60 millones de pobres mexicanos.
El incremento despiadado a los combustibles hizo que la calidad de vida de los mexicanos se viniera abajo y eso sin contar que el Impuesto Sobre la Renta también es una forma de recaudación rapaz que afecta directamente al trabajador cada quince días. Enrique Peña Nieto se va entre el repudio de todos los mexicanos, tal vez lo recuerden aquellos que fueron sus cómplices de la lapidación de los recursos del país. Pero, para la mayoría, será recordado como el verdadero sepulturero del PRI.
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