Los ecos después de la entrevista que hiciera el día de ayer la periodista Carmen Aristegui a Andrés Manuel López Obrador no han parado y no es para menos; en ella, el próximo presidente de México dijo que su intención no era llegar e iniciar una cacería de brujas, lo que muchos interpretaron como que no buscará que se investiguen los posibles actos de corrupción cometidos por expresidentes y exfuncionarios que, por cierto, fue una de sus promesas de campaña. Aunque después, no sabemos si para librarse un poco de su declaración, dijo que está en total disposición de preguntarle a los ciudadanos a través de una consulta si se investiga a sus antecesores.
Pero vale la pena detenernos un momento a pensar en qué pudo llevar a AMLO a que adquiriera esa postura, una razón podría ser que por fin se ha enterado de cuál es la verdadera situación del país en el tema de corrupción. Imagínese usted cómo estará y hasta donde llegarán las raíces de este mal al interior de las instituciones que el próximo titular del ejecutivo aseguró que ir tras quienes han cometido estos actos lejos de abonar a la estabilidad del país, le afectaría: “Yo sé que le haríamos más daño al país que beneficios si desatamos una cacería de corruptos” y, por si a alguien le quedaba alguna duda de lo que dijo, también agregó “No voy a perseguir a nadie; no es mi fuerte la venganza”.
Esta es sólo una de las lecturas que se le puede dar a las declaraciones de futuro presidente, otra podría ser que está dispuesto a iniciar desde cero y a perdonar a todos porque quiere un país en paz, en el que todos trabajen por una misma causa, pero eso es muy difícil de creer. Lo único cierto aquí es que a poquito más de una semana para que la nueva administración federal inicie, ya son muchas las incógnitas que se han despertado en torno a cómo trabajará López Obrador, solamente el tiempo nos develará la verdadera historia detrás de estas declaraciones.
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