Juan Díaz de la Torre fue, el Frankenstein que hizo la maestra Elba Esther a su imagen y semejanza, su error fue levantar la mano contra la mujer que le dio todo. A su hijo lo hizo diputado y dirigente político, a él lo hizo secretario seccional y le dio un lugar privilegiado a la diestra de su hacedora. Hoy, como la parábola de los talentos, regresa y pide cuentas y como el esclavo flojo y ladino, Juan Díaz de la Torre está entregando malas cuentas.
Es más, no debió de sentarse en la silla que no le correspondía. No obstante, el canto de las sirenas que suelta el poder lo sedujo al grado de ponerse en contra de su hacedora. Hoy, Juan Díaz de la Torre sale por la puerta de atrás, por donde sale la servidumbre.