A Juan Díaz de la Torre lo han dejado solo

Juan Díaz de la Torre se quedará con las ganas de entrar a la Cámara de Diputados, pues su partido, el PRI no podrá otorgarle la representación plurinominal FOTO: PROCESO

Juan Díaz de la Torre, el equilibrista de circo, le apuesta a la institucionalidad y a la autonomía sindical. La política del presidente electo tabasqueño, de respeto a la soberanía sindical, le da cierto respiro. El líder nacional del SNTE camina en las alturas sobre una cuerda delgada, pero lo hace sin red de protección, desde luego que es un acto temerario, pero también imprudente. Sabe que no tiene buena relación con el dueño del circo y no cuenta con ningún fuero que lo proteja de sus acérrimos enemigos. Sus antiguos aliados están dispersos por el camino de la ignominia y el olvido; han mordido el polvo de la derrota, como él mismo.

El líder huérfano, como dice la canción de Piero, «ya camina lento, como perdonando el viento». Atrás quedaron las posturas insufladas de soberbia y poder cuando se hablaba de tú con Enrique Peña Nieto y los jerarcas de la parcela de la SEP. Su discurso suena vacío, ya nadie lo cree. La unidad que tanto pregonaba y que le dio vida al SNTE, ahora es un grito en el desierto. Sabe que el reloj que marcará su salida, sigue caminando, éste no se detiene.

Si tan sólo tuviera una llamada de la Casa de Transición que le diera esperanzas, seguramente su semblante cambiaría. No obstante, sabe que ésta no se dará. Si acaso el próximo secretario de Educación, en un acto de protocolo y mero formalismo, después del primero de diciembre se tome una foto con él. Hoy Juan Díaz de la Torre tiene en su cara un gesto de resignación, mientras una maestra en un lujoso departamento de Polanco, dibuja una sonrisa perversa.

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