El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) creyó que con evaluar al docente o aplicar un examen para ingresar al Sistema Educativo Nacional ya estaba cumpliendo con creces su trabajo. El INEE creyó, que con evaluar al docente, tenía derecho a ganar lo que se les pegara la gana. Sin embargo, estaba equivocado; la mafia sindical en las 32 entidades federativas, tenía el control y ellos, por abajo del agua, se hacían cargo de asignar las plazas docentes; en la mayoría de los casos el inspector escolar asignaba el lugar y la escuela a pesar de que la orden de presentación ya traía asignado el lugar.
El INEE permitió que la Secretaría de Educación Pública, vía la coordinación del Servicio Profesional Docente, delegara la responsabilidad que le pertenecía al INEE, no fueron pocas las inconformidades de maestros mal evaluados y de docentes que, a pesar de ganar la plaza, nunca fueron llamados. Otros eran mandados hasta los lugares más apartados, según por el escalafón sindical.
Hoy el INEE tiene los días contados, ya lo sentenció Andrés Manuel López Obrador a pasar al olvido. Aunque siendo honestos, se debería rescatar lo poco, pero bueno de este instituto. Como el examen de ingreso y promoción docente. Sólo de esa manera, la fiera del SNTE no podrá meter mano a los recursos de la SEP.
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