La poesía es un don, tanto para el que la recibe como para el que la emite. La poesía escrita pertenece a los seres que tienen muy desarrollado su instinto. «La poesía no se entiende, se siente. Es esa sensibilidad la que hace a los poetas seres diferentes, únicos. Somos más mortales que ellos, porque los poetas reconocen el mundo a plenitud y nosotros sólo tomamos una parte de él».
En la actualidad algunos poetas han olvidado su calidad de artistas, han bajado a la tierra y se han empuercado en los lodazales de la política. Algunos han prestado oídos al discurso de López Obrador, quien representa para ellos el verdadero cambio; están en su derecho legítimo. El problema es que sus manos dejan la pluma y toman el arado del activismo, y el arado endurece sus manos, las encallece, las vuelve ásperas.
¿Cómo volver a tomar la pluma con esas manos para escribir un poema? Nos preocupan los poetas, los que en realidad tienen el don de la sensibilidad, pero que están dejando que la política, el mesianismo y el sectarismo endurezca su sensibilidad; AMLO los está volviendo ásperos. Y un poeta áspero no es poeta.
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