«El primer método para estimar la inteligencia de un gobernador es mirar los hombres que tiene a su alrededor», dijo el diplomático, filósofo y escritor italiano conocido por escribir el tratado de política El Príncipe. Nicolás Maquiavelo creció entre la gente de poder político, estaba acostumbrado al olor pútrido de la corrupción y las envidias palaciegas. Cuitláhuac García, gobernador electo del estado de Veracruz, no es mala persona y seguramente queremos creer que su olfato aún no está acostumbrado al mal olor de la corrupción, que es muy común en la política.
Sin embargo, está dando muestras de ingenuidad. Preocupa mucho el hecho de que aparezcan personajes con pasado cuestionable en los grupos de entrega-recepción. Los veracruzanos que le dieron el voto a Cuitláhuac García, votaron porque durante la campaña electoral se les prometió un cambio de régimen. Esto incluye a las personas que trabajaron directamente o con aquellos personajes que obtuvieron un beneficio con el fidelato y el duartismo.
Si en verdad se pretende seguir la máxima de «No mentir, no robar, no traicionar al pueblo» que les ha impuesto el principal líder de Morena y ahora próximo presidente de la República, sería bueno que el hijo de Atanasio García examinara con mucha calma y la cabeza fría quiénes serán los hombres sabios que le acompañarán durante su mandato.
No sólo se trata de pagar compromisos y facturas en alianzas pasadas. Se debe privilegiar la capacidad, honradez y honorabilidad de los próximos secretarios; no se trata de ocurrencias y camaraderías. Además, Cuitláhuac García debe recordar que el presidente electo estará evaluando a los funcionarios cada seis meses, esto incluye a los estatales. Ya se verá en pocos días qué tan sabio e inteligente demuestra ser el próximo gobernador de los veracruzanos.
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