Escapan de la pobreza en su país y llevan el anhelo y la esperanza de curar a su hijo de un cáncer terminal en Estados Unidos.

Escapan de la pobreza en su país y llevan el anhelo y la esperanza de curar a su hijo de un cáncer terminal en Estados Unidos. FOTO: WEB

Sí hay cura”, repite María Argentina Paz y Rodrigo Villanueva sobre la enfermedad de su hijo Mary Sair. Un matrimonio resignado a las medicinas y tratamientos de honduras  deciden tomar el viaje de su vida partiendo en el tren de la muerte o “bestia” hacía estados unidos. En su país natal dicen ellos que es muy escasa la medicina, los doctores al ver que ya no podían hacer nada con el cáncer terminal del paciente optaron por mantenerlo controlado con quimioterapias. Pero en nuestra familia dice María, no hay muchos ingresos económicos, no podríamos controlar una enfermedad carísima por mucho tiempo cuando en otros países está la cura, el matrimonio deja una vida entera, deja la nación que los vio crecer, deja además a sus otros dos hijos y al preguntarle a Rodrigo el padre si es una buena opción emprender un viaje extremadamente peligroso, responde sin dudas.

Voy hasta las últimas consecuencias con tal de que mi hijo se cure. La caravana migratoria que partió el 13 de octubre y que ahora recorre  México tras cruzar la frontera  Guatemalteca de Tecúm Umán representa la necesidad de un grupo de personas marginadas que busca  salir adelante de algún modo. La pequeña y desintegrada familia formada por tres persona, María Rodrigo y Mary Sair  no saben  que les espera una gigantesca muralla la cual no está hecha de cemento ni de piedra si no que está formada por odio y racismo.

Sin duda  la esperanza de esta pequeña familia es una flecha que podría  atravezar esa muralla de odio y racismo que Donald Trump ha levantado en contra de los migrantes y de los que sueñan con tener una vida mejor.

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