El presidente electo es un zoon politikón, un animal político que conoce y sabe las consecuencias de sus actos. El tabasqueño es uno de los hombres mejor informados del país y tenga por seguro que cuenta con la información suficiente para sospechar de malos manejos, trastupijes, transas y moches en la licitación y construcción del aeropuerto de Texcoco. Sin embargo, no deja de sentirse cierto dejo de autoritarismo. La consulta por el nuevo aeropuerto parecía un certamen para escoger reina de carnaval; ésta carecía de rigor metodológico y de confiabilidad.
Para muchos, era mejor que el tabasqueño hubiese agarrado el toro por los cuernos y, de frente a la nación, ya como presidente de la República y con informes y estudios fidedignos, rectificara y pusiera las nuevas condiciones para continuar con el aeropuerto de Texcoco. No obstante, se dejó llevar por su promesa de campaña. Ya se verá más adelante en qué termina esto.