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Inundaciones, promoción de imagen política

Arturo Reyes Isidoro / En 2010 (agosto-septiembre) tuvo lugar la última gran inundación en Tlacotalpan antes de la que se espera para este miércoles y mañana jueves.

Entonces era gobernador saliente Fidel Herrera Beltrán y gobernador electo Javier Duarte de Ochoa.

Algunos columnistas criticábamos que si bien el Tío Fide andaba como desaforado en medio del agua sin zapatos, con los pantalones arremangados hasta las rodillas, con un sombrero de paja tipo jarochito, con una chamarra roja y mojado como un picho repartiendo despensas, Duarte no se apareciera por ningún lado (Fidel le habría de preguntar al periodista Fito Soler días después al término de una entrevista radiofónica, si sabía qué era bueno para los sabañones).

Cuando la crítica empezaba a arreciar, para evitarla o calmarla, a principios de septiembre sus estrategas lo llevaron e hicieron aparecer entonces en un pueblo de la Cuenca del Papaloapan, a orillas de un charquito de agua.

Buscaron a una señora de la tercera edad del pueblo, humilde, y la llevaron para que Javier se tomara una foto con ella abrazándola, como si de veras viviera el drama con ellos. Y se distribuyó la foto.

En la gráfica se le veía radiante con sus zapatos Ferragamo (de diez mil pesos para arriba) impecablemente limpios, su pantalón reluciente sin ninguna arruga y una guayabera blanca que hasta reflejaba la luz de tan limpia que estaba. En realidad parecía un palomo. Para ese entonces Duarte ya era un gordo exquisito.

Cuando la observé no me pude contener y comenté en este espacio que ya ni la burla perdonaban, que al menos hubieran comprado unas barras de chocolate, las hubieran derretido con agua y lo hubieran manchado a propósito para que pareciera que andaba en chinga, lleno de lodo, atendiendo a los damnificados, prestando ayuda, pero que no podían presentarlo como un muñequito de sololoy.

(Aquel comentario enfureció a Gina Domínguez y a partir de entonces le empezó a meter en la cabeza que yo era su enemigo al grado que el gordo me etiquetó como su enemigo número uno, lo que desembocó en que tiempo después tomara represalias personales. Hoy los dos están en prisión.)

Como nadie les creyó, entonces llevaron a Duarte a Boca del Río donde, entonces sí, lo hicieron meterse al agua pare repartir algunas despensas y tomarse la foto.

Édgar González dejó un testimonio de aquello: “Entre sombrillas y gorras rojas reparten despensas los priistas”, cabeceó una nota que publicó en el blog elfigaropozarica.blogspot.com

Decía parte del texto: “Después de haber estado de viaje familiar –lo puso porque esa era la versión que se dio para justificar su ausencia– y ausente en los momentos más críticos de la contingencia en el estado de Veracruz, este martes (4 días después de haber iniciado la contingencia y cuando el agua ya había bajado) se presentó en las colonias del Municipio de Boca del Río el Gobernador Electo Javier Duarte de Ochoa.

“Afectados fueron citados antes de las 9 de la mañana para hacer fila y entregarles las despensas, pero tuvieron que soportar durante más de dos horas los intensos rayos del sol…

“Aunque parecía más un mitín político que la entrega de ayuda para las familias que lo perdieron todo, pues el color rojo destacaba en las gorras, sombrillas, carpas que se instalaron en la calle Graciano Sánchez de la colonia Carranza, los priistas negaron lo anterior y aseguraron que no buscaban ser protagonistas durante la contingencia”.

Fidel Herrera tuvo más de una oportunidad de andar entre el agua y es histórica ya una foto donde se le ve repartiendo despensas con el agua hasta las rodillas.

La tentación de caminar en el agua al estilo Fidel no la pudo evitar tampoco Miguel Ángel Yunes Linares, quien el 11 de octubre del año pasado lo hizo en Minatitlán con motivo de las inundaciones de entonces cuando viajó a esa ciudad para supervisar los daños. Extraña por eso que ahora deje abandonados a los paisanos de allá.

Las inundaciones, pues, también han servido a los últimos gobernadores para promover su imagen.

Hasta ahora, a Cuitláhuac García no se le ha visto por las zonas dañadas y no se sabe si irá a estar con los veracruzanos que sufren daños, y menos si irá también a caminar entre el agua.

Ayer, por fin el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares se rindió a la evidencia de la gravedad de la situación por las inundaciones y se movilizó hacia Tlacotalpan donde se espera que este miércoles el río Papaloapan se desborde y cubra la ciudad.

Ahí encabezó la sesión permanente del Consejo Municipal de Protección Civil y alertó de la situación con base en los pronósticos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

No se trata de alarmar pero si fue precisamente a ese lugar es que entonces ahí se espera lo peor. Para los tlacotalpeños no será ya ninguna novedad y qué bueno que a tiempo se les ha alertado, salvarán sus vidas aunque será inevitable que sufran daño sus patrimonios.

La situación ayer era de verdadera emergencia en buena parte del territorio estatal y creo que no está por demás insistir en que es hora de que los políticos hagan una tregua, dejen sus pleitos y confrontaciones y formen un frente común para ir en auxilio de miles que necesitan ayuda.

La sociedad civil ya lo comenzó a hacer. Empezaron a surgir puntos de acopio de ropa, zapatos, agua, alimentos, y todo lo que pueda servirles para llevarles a los damnificados. Hasta ayer no se sabía que Protección Civil o el DIF, estatales ambos, estuvieran ya trabajando en ese sentido.

Le llovían críticas en las redes al gordo alcalde de Tuxpan, Juan Aguilar Mancha, quien como un reyezuelo de aldea dizque repartía despensas encaramado en una lancha empujada por sufridos y muy necesitados trabajadores del Ayuntamiento de ese municipio. Quién sabe por qué se destacaba que es primo del dirigente estatal del PAN José Mancha.

Pero reprobable era también que mientras que toda la comuna de Angel R. Cabada, que encabeza Arturo Herviz Reyes, se encuentra disfrutando de un viaje en Cuba, el municipio sufre de inundaciones.

(He tenido muchos problemas con el servicio de internet.)

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