Arturo Reyes Isidoro / Dos años y casi dos meses después después, por fin Ricardo Ahued Bardahuil decidió aclarar paradas y le respondió de frente al dirigente estatal de Morena, Manuel Huerta.
Una declaración del naolinqueño desconociéndolo como militante de su partido al salir en defensa del alcalde Xalapa, Hipólito Rodríguez Herrero, dio pie ayer a un severo reclamo.
Lo sucedido no fue más que la continuación de una serie de agresiones verbales de Huerta contra el ahora senador.
El inicio podría fecharse el 22 de agosto de 2016 cuando durante una conferencia de prensa al preguntarle los reporteros si no le temían que fuera candidato independiente a la alcaldía de Xalapa, como lo estaba proponiendo Eduardo de la Torre Jaramillo, o por el PAN-PRD, como corría la versión de que podría ser, se le fue a la yugular.
“¡Qué le vamos a temer a ese tipo! Lo quieren vender en celofán”. Lo calificó como “la mentira más grande de Xalapa” y dijo que no llegaba “a tigre de papel, pues es de plástico”.
Pero no paró ahí. Tomó aire y volvió a la carga: “Ahued es un corruptazo, nos da risa. Es el símbolo del pacto entre Yunes y Duarte. Le votó todas las cuentas públicas a Duarte, se esconde en el baño cuando tienen que votar los magistrados o vota abstención que es votar sí, Ahued es plástico, es puro fraude“.
No tuvo reparos en su acometida no obstante que el 14 de ese mes y año había aceptado que había acercamiento con él para que pasara a formar parte de sus filas.
Pero la agresión verbal continuó el 4 de octubre de ese año cuando de nuevo lo descalificó rudamente (así como a David Velasco Chedraui) ante versiones que empezaban a correr de que los empresarios xalapeños serían candidatos pero de Morena a algún cargo de elección popular.
“… si alguno de ellos quiere ir a limpiar el local de Morena, a lavar el baño, ayudar en algo a los ciudadanos, si regresan todo lo que se han robado, ya entonces podríamos voltear a verlos, pero nunca para una candidatura, ni Dios lo mande”, declaró en aquella fecha a la reportera Sarah Landa.
Pero no paró ahí. Agregó que no darían cabida a ningún priista “corrupto, solapador y mentiroso”. “No, esos son chismosos, nadie los ha buscado. Al contrario, hemos dicho no… la verdad Ahued es plástico, no es figura real y vota en el baño cuando las leyes no le convienen en apariencia… evidentemente han votado en contra del pueblo y ya eso no nos permite pensar bien de ellos”.
Hasta que alguien lo frenó y tuvo que recular. Entonces, el 28 del mismo agosto aceptó que se unía al proyecto de Morena y que hasta podía ser candidato a gobernador, justificándose con que era “de sabios cambiar de opinión”. Se desdijo y le encontró bondades. Dijo que era un activo importante para la sociedad, que era una persona sencilla, que le atraían los votos que había jalado como legislador y que le reconocía haber votado en temas sustantivos para el país.
Pero sus palabras hirientes seguramente ya habían causado daño.
Sin embargo, el exalcalde, exdiputado local y exdiputado federal guardó silencio, prudente silencio durante mucho tiempo. Se le conoce como crítico y autocrítico ante injusticias y actos fuera de la ley como la corrupción, pero no como conflictivo o buscapleitos. Es general es callado y poco habla. Hasta que ayer estalló.
Huerta salió a desconocerlo como militante de Morena aunque reconoció que pertenece a la bancada de su partido, todo porque no le gustó que el hoy legislador federal alertara que Xalapa podría quedarse sin agua y criticara el problema de la basura y los baches.
Dijo que lo del agua era una falacia y le recomendó que se informara bien sobre los asuntos de la capital del Estado porque su distancia con Xalapa lo tiene desinformado; que mejor criticara lo que estaba haciendo mal el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Pero insistió una y otra vez que Ahued no es de Morena y le recomendó “reordenar sus ideas, informarse bien, leer la buena prensa y no hacerle caso a las inquietudes de los que ‘mal gobiernan’”.
Por su reacción, se vio que le caló fuerte que Huerta lo desconociera como militante de Morena, partido al que quien lo invitó a integrarse fue la dirigente nacional Yeidckol Polenvsky.
“Yo sí se lo digo de frente. Si Huerta cree que le estorbo al partido que me lo diga de inmediato, yo no tengo ningún problema y hace mal en meterse en vez de conciliar y resolver, ese debería ser su papel, pero eso no se le da al señor”, le respondió casi de inmediato.
Dijo que no podía “ser alcahuete o tapadera de ineficacias” y que si él quería serlo, “va a defender lo que no se puede”.
Pero no pasaba por alto su desconocimiento como militante moreno. Le recordó al dirigente estatal que fue uno de los candidatos más votados (él junto con Rocío Nahle alcanzaron mayor votación que el propio Andrés Manuel López Obrador). “No sé si se tenga la capacidad moral de deslindar a alguien que obtuvo una de las mejores votaciones en el estado de Veracruz, pero si eso es lo que desea, él sabrá lo que hace”.
Justificó sus críticas al alcalde Hipólito Rodríguez porque “hay presiones sociales… por algunos asuntos que no se han resuelto”, pero “no sé quién lo invito a esta fiesta” (a Huerta), “este señor, como es su costumbre, declara que yo no me meta, ¿cómo no me voy a meter si se trata de Xalapa? Mal hace Huerta que en vez de conciliar se mete a un pleito, cuando le debería dar vergüenza ver los baches que hay en la ciudad, ahí se debería poner a trabajar”.
Pidió a Manuel que “si él quiere ser alcahuete” que entonces sí lo deslinde de Morena; advirtió que seguirá siendo crítico y autocrítico, “lo lamento, así soy yo y no podemos dejar de ser honestos”, y que “si ellos creen que les estorbo que me lo digan cuanto antes, yo no tengo ningún problema, si les estorbo que me lo vayan diciendo”.
Remató con un argumento contundente: el presidente electo Andrés Manuel López Obrador les ha dado claras instrucciones de que se cumplan las promesas de campaña, por lo que “no se puede ser tapadera y alcahuete cuando las cosas salen mal y no son autocríticos”.
En “Prosa aprisa” publiqué que una versión que corre con mucha fuerza adentro de Morena es que Ricardo Ahued se ganó el respeto y la consideración de AMLO gracias a su trabajo, a sus resultados, a su discreción, a que durante su campaña pudo constatar que es bien aceptado por los veracruzanos y que por eso lo incorporó a todos sus recorridos, e incluso que podría ser llamado por el tabasqueño para “empresas mayores”.
Ayer se le vio ya pasta de político fuerte, consistente; que merced a su buena imagen y aceptación entre los veracruzanos podría estar encarnando el surgimiento de un líder que por sus cualidades desde hace mucho tiempo no ha tenido Veracruz.
Mientras, en el tira-tira verbal, por fin, ¡uf!, Miguel Ángel Yunes Linares pudo tener un respiro. Se fue a un café de la ciudad y desde ahí, lechero de por medio, pudo seguir todo el espectáculo. Lo disfrutó de lo lindo. Se relajó. Por fin le asomó una sonrisa, ordenó una buena propina para el mesero e hizo votos porque las cosas sigan así, porque los morenos se dividan para que su hijo reviva y pueda ver realizado su sueño de ser gobernador. “¡Más días como estos!”, exclamó antes de retirarse.
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