Hubo un tiempo en que en el PRI ser guapa y servicial era tener un boleto seguro para una regiduría, una diputación o hasta una secretaría de Estado. En Veracruz hasta se formaron grupos de damas que, teniendo esos atributos, conseguían puestos políticos con millonarios sueldos. ¿Quién no se acuerda de las Reinis y de las Barbies? Pues en Campeche también se cuecen habas.
Guadalupe Torres Arango, sin más méritos que ser guapa, llegó a ser directora del Instituto Estatal de la Mujer, impuesta por el gobernador Alejandro Moreno Cárdenas. Más tarde llegó a ser diputada plurinominal y hasta presidenta de la mesa directiva del Congreso de Campeche.
Pues con semejante preparación no extraña que la diputada, frente a sus propios partidarios, hiciera una confesión que le salió del subconsciente: «Por supuesto y claro que en el Partido Revolucionario Institucional siempre apoyaremos y estaremos a favor de todo aquel que cometa un delito o un desvío. Muchísimas gracias compañeros diputados, es cuanto». Ya después quiso corregir, diciendo que como humana también cometía esos errores. ¿Pero el error estuvo en lo que dijo o el error estuvo en que se sincerara?
Comentarios