No, Felipe Calderón no ganó limpiamente la elección de 2006 a la presidencia de la República, de hecho, él mismo reconoció que ganó al «haiga sido como haiga sido». Pero millones de mexicanos no necesitaron esperar a que Roberto Madrazo saliera con su mea culpa, ni que revelara que en sus conteos quien resultaba ganador de la elección presidencial de 2006 era Andrés Manuel López Obrador.
Para muchos mexicanos fue claro que hubo fraude, y no sólo por la evidente “guerra sucia” de parte del Consejo Coordinador Empresarial o de la intervención de las televisoras que no tenían empacho en sacar en sus canales los spots de esta guerra sucia. Fue claro el fraude cuando el ahijado de Elba Esther Gordillo, Luis Carlos Ugalde, entonces presidente del Instituto Federal Electoral, salió a decir que no había condiciones para declarar a un ganador.
Felipe Calderón siempre fue un espurio y millones de mexicanos nunca lo llamaron presidente. Cuando declaró a Adela Micha que él había ganado al «haiga sido como haiga sido» fue un exabrupto de su cinismo, fue un lapsus de su subconsciente que lo acusaba como ilegítimo.
Pero lo hecho, hecho está. López Obrador necesitaba de ese fraude para fraguar un triunfo 12 años después, contundente. Esperemos que sepa aquilatar el triunfo de 2018 y nos dé razones para creer que fue mejor que ganara en este momento y no en 2006.
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