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Aunque el gobierno de AMLO promete no cesar a los docentes, muchos aún están en la incertidumbre

Las palancas o influencias era lo que prevalecía para que alguien ocupara una plaza de maestro. El amo absoluto de las plazas magisteriales durante al menos las tres últimas décadas era el SNTE. Los mejores puestos de administración en las diferentes dependencias de la SEP en los estados, eran para los miembros del SNTE. Se llegaba al extremo de que la autoridad oficial desconocía la cantidad exacta de maestros en funciones y los que eran protegidos por el sindicato. De manera que la herramienta para descolonizar las diferentes dependencias de la SEP y recuperar la rectoría de las escuelas fue la Ley General de Servicio Profesional Docente.

Sólo de esta manera se pudo desplazar al sindicato magisterial. Si así lo hubiera presentado el Gobierno Federal, se hubiera evitado muchos dolores de cabeza, sin embargo, el error fue atar la permanencia docente a la Evaluación Docente. La condicionante de pasar a fuerza la evaluación se vio desde el principio como un ingrediente punitivo.

Según el artículo 53 de la Ley del Servicio Profesional Docente, procede el cese a la tercera evaluación fallida al personal de nuevo ingreso. Al docente que está en servicio, se le retira del grupo. Si no se evalúa el docente, queda automáticamente cesado sin responsabilidad para la autoridad. Por esa razón, aunque algunos saben que el gobierno entrante no cesará a los maestros que no presenten el examen de evaluación en noviembre, muchos aún dudan entre presentarse o no hacerlo.

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