Jorge Díaz Bartolomé / En aquellos terrenos propiedad de don Sóstenes Melgarejo, existió antes de 1922 un rancho que fue conocido como la “ciénega de Melgarejo”, una parte de aquella propiedad tenía una hondonada, donde abundaban los mosquitos; fue en ese preciso lugar donde se decidió crear el “Jalapa Stadium”, un proyecto que incluía la construcción de un hospital en una de sus lomas.
Con la iniciativa de William K. Boone, presidente de la Cámara Nacional de Comercio de Xalapa (1921-1922) se logró la desecación de aquella área; todo esto con la maquinaria de la Jalapa Railroad & Power Company (JRR&PC), que operaba en aquellos años la planta hidroeléctrica de Texolo y el ferrocarril Jalapa-Teocelo. En aquel estadio natural se realizaron diversos eventos deportivos, incluyendo el aterrizaje del piloto acróbata norteamericano Frank Hawks que circundó los cielos capitalinos aquel 7 de mayo de 1922.
Eran los años en que el presidente Plutarco Elías Calles apretaba la llave para restringir la libertad de culto en el país y el gobernador Heriberto Jara otorgaba todas las facilidades a la compañía británica petrolera “El Águila” para operar en el estado, inclusive da una licencia para construir una estación gasolinera en el lugar que ocupaba el antiguo parque Lerdo. Pero al mismo tiempo, ordenaba la construcción de un estadio, con características similares a la antigua Atenas, en una obra que no escatimó recursos, inclusive de la burocracia, para su realización, en tiempo récord de sólo 87 días.
Como es común en la cultura política de México, se crean héroes y se pretende mandar al cajón del olvido a otros, sin importar que tanto dejaron al país; tal es el caso de don Porfirio Díaz. Tomando esa premisa, el gobernador Fernando López Arias ordena llamar al estadio ateniense: Heriberto Jara Corona, en el marco de aquellos juegos preolímpicos en 1966.
Ahora es conocido que el estadio fue utilizado para espectáculos circenses con animales, eventos de charrería, cierres de campaña de candidatos a Presidente de la República, entre ellos Adolfo López Mateos, que fue locación para filmar escenas de la película “Carnaval en el Trópico” con Cantinflas en 1941, la coronación de Pola Baltazar en aquel lucido carnaval de 1954, donde fue coronada por el mismísimo Pedro Infante o la llegada del fuego olímpico, el cual recorrió los 400 metros de pista en manos del medallista Antonio Villanueva Osorio “El chicles”, para encender el pebetero, que en 1968 se encontraba en la parte baja, frente al palco. Cabe agregar que el atleta volverá a prender el mismo pebetero, cincuenta años después.
Con todo lo antes mencionado, el Estadio Xalapeño es y seguirá siendo un emblema para la ciudad, el cual merece ser protegido como monumento artístico. Ahora que Veracruz tendrá un gobernador xalapeño, Cuitláhuac García, se pueda lograr aterrizar la idea de construir un estadio fuera de la ciudad, para lograr tener eventos deportivos de talla nacional e internacional y genere la derrama económica que tanto necesita Xalapa.