Otros dicen que el mismo gobierno los desapareció; otros, los menos, dicen que siguen vivos y por ellos los siguen buscando. Pero, ¿qué pasa cuando ese dolor se convierte en insana cólera, en rabia desmedida, en terquedad indómita? La causa de los padres de los 43 de Ayotzinapa se desvirtúa cuando se les ve vandalizando junto con los alumnos de la escuela Raúl Isidro Burgos; porque no se puede usar otra palabra.
Una cosa es manifestarse, otra cosa es marchar pidiendo justicia y otra es acudir a un cuartel militar para arrojar piedras, cualquier objeto y hasta bombas molotov. Y nadie se atreve a hacer nada o a recriminar nada porque como fueron víctimas hace cuatro años, eso les da derecho a desquitarse de esa manera.