Arturo Reyes Isidoro / Las primeras señales políticas luego del triunfo arrasador de Morena en las elecciones de julio pasado hacen vislumbrar que el amor y paz que proclama el presidente electo Andrés Manuel López Obrador no los habrá en Veracruz.
Aún no asumen el poder pero los morenos ya le están arrimando el caballo al gobernador saliente Miguel Ángel Yunes Linares y a algunos de los suyos, en una reedición de lo que Miguel hizo con los duartistas hace dos años.
La ofensiva la encabeza el propio gobernador electo Cuitláhuac García Jiménez, quien además ignoró la invitación del 9 de julio pasado que le hizo Yunes Linares para que se reunieran a efecto de “conversar sobre la situación general de Veracruz y referirnos al proceso de transición”.
García Jiménez, a quien algunos periodistas aliados del gobernador subestimaron como candidato, está echado para adelante y le ha salido el carácter que no se le vio en la campaña y enfrenta en forma directa a Yunes citándolo por su nombre. Nada de indirectas.
Dada la estrecha comunión que existe entre Cuitláhuac y López Obrador, podría considerarse que la postura del nuevo gobernante refleja la del presidente electo, lo que haría pensar que a los Yunes panistas, en lo político les esperan seis años azarosos en los que no tendrán ni paz ni tranquilidad.
Observando cómo se están dando las cosas a veces me pregunto si incluso algunos activistas de la vieja guardia como Manuel Huerta no ven que por fin llegó el momento de cobrarse todos los agravios que sufrió la izquierda por parte del entonces Secretario General del gobierno de Patricio Chirinos en 1992.
Creo que no solo se trata de los dimes y diretes con AMLO en la campaña pasada sino que también se reavivan los rescoldos que muchos de la izquierda no olvidan, como aquella intención de sacar de la Plaza Lerdo al entonces candidato presidencial del Frente Democrático Nacional (1994), Cuauhtémoc Cárdenas, en un burro rumbo a Banderilla bañado en miel y emplumado.
Militante de la izquierda ya para ese entonces, López Obrador vivió aquellos días en Xalapa, y las circunstancias quisieron que se volviera a encontrar con Yunes Linares aunque ahora en condiciones diferentes en la contienda de este año y que ya esté ya prácticamente en la cima del poder y su enemigo político vaya de salida del gobierno de Veracruz derrotado y disminuido, aunque ciertamente no acabado.
En este espacio he publicado lo que me han dicho en forma directa algunos encumbrados de Morena: que el presidente electo “trae en la mira” al gobernador saliente de Veracruz, aunque también hay el comentario de que en reuniones cupulares en el altiplano, cuando ha salido a relucir el nombre del panista, AMLO ha atajado a todos diciéndoles “ese déjenmelo a mí”.
No. No vislumbro amor y paz para Veracruz, no en lo político, y varias circunstancias van a avivar el fuego.
En una pasada reunión a finales de agosto se reunieron los integrantes de la Fundación 500 Años de la Vera Cruz y tuvieron como invitados a la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de AMLO, y al gobernador electo Cuitláhuac García. No fue invitado el alcalde del puerto jarocho Fernando Yunes Márquez, aunque personeros de Morena aseguraran que quienes tomaron la decisión de dejarlo fuera fueron los directivos de la Fundación.
Ayer, en declaraciones a XEU Noticias, la empresaria Beatriz Fernández, quien está a cargo de la regata que llegará al puerto con el velero 500 Años de Veracruz, acusó que en el Ayuntamiento del puerto no ha habido confirmación para concretar la travesía y que falta coordinación por parte de las autoridades municipales, mientras que en cambio el gobernador electo ya le ofreció su apoyo en una reunión que sostuvieron.
Dijo con preocupación que la falta de comunicación de las autoridades del puerto genera ya un conflicto en España de donde ya salió el barco 500 Años de Veracruz pero sin el apoyo jarocho.
Se pensaría que el alcalde del puerto se hace el omiso luego de que lo ignoraron y qué duda cabe que todo acabará en confrontación abierta y directa con el nuevo gobierno del estado.
Pero otro hecho que enfrentará a los entrantes y a los salientes es la pretensión del grupo político del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares de mantener el control de la dirigencia estatal del PAN con miras a apuntalar de nuevo a su hijo Miguel Ángel para que sea el candidato a la gubernatura en 2024.
O sea, pretenderían recuperar la gubernatura dentro de seis años pero también el control del Congreso del Estado, que igualmente perdieron este año.
Preciso la información que manejé ayer sobre el cambio en la dirigencia estatal para el 11 de noviembre, con base en fuentes panistas confiables: no, no habrá choque de trenes entre el gobernador Yunes y el presidente del CDE blanquiazul José Mancha Alarcón por la simple y sencilla razón de que finalmente acordaron seguir juntos, mantener la dirigencia en su poder, seguir repartiéndose las posiciones electorales y buscar echar a Morena del poder: Mancha encabezará una planilla con la intención de reelegirse y llevará como Secretario General a Carlos Alberto Valenzuela, o sea que intentarán que todo quede como está. La mano del gobernador está y estará atrás de ellos.
Ya sin el gobierno, si logran mantener la dirigencia panista, desde la posición de francotiradores políticos le van a dar batalla a los gobiernos de Morena, por lo que la confrontación continuará. Nada de amor y paz.
Eso hace pensar que los enemigos tanto de Yunes como de Mancha alentarán al grupo de Joaquín Rosendo Guzmán Avilés, quien encabezaría una corriente de panistas-panistas que sienten que los despojaron de su partido, entre los que estarían blanquiazules históricos de Córdoba y Orizaba, pero también de Veracruz, como Francisco Ávila Camberos, a quien acaba de embestir el alcalde Fernando Yunes Márquez.
A diferencia de pleitos del pasado, el hecho de que Morena controle Ejecutivo y Legislativo, local y federal (incluido el Senado), podría dar esperanzas de menos zozobra e incertidumbre porque su fuerza haría que proyectos, iniciativas, decisiones que se tomen o acciones de gobierno que se vayan a realizar no paren por la oposición de algunos. Para algo les servirá la aplanadora que tienen.
Pero en lo político, insisto, no habrá amor y paz.
En ese escenario, habrá que estar pendientes de las primeras decisiones que tome el gobierno de Cuitláhuac García, quien ha adelantado ya que pedirá juicio político para el actual fiscal Jorge Winckler, que intenta echar atrás el nombramiento del Fiscal Anticorrupción Marcos Even Torres, que está lanzando acusaciones directas contra el gobernador Yunes por presuntos ilícitos, y que, no se dude, encontrará una mina de desvío de recursos y malos manejos de dineros públicos así como administrativos.
Ojalá y haya la suficiente visión de los que vienen para que afecten lo menos a la población, a los ciudadanos que, ya se ha comentado en este espacio, están cansados de tantos pleitos políticos que han dañado a Veracruz. No más.
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