Dicen los que ciegamente apoyan a Andrés Manuel López Obrador que no se le puede exigir nada a quien no ha tomado todavía las riendas del país. Podrían tener razón si López Obrador estuviera en un cuarto de junto, sentado, esperando a que le pongan la banda presidencial. Pero López Obrador no está en el cuarto de junto esperando.
Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, desde hace semanas ha empezado a hacer declaraciones, ha ordenado, ha designado, ha descartado, ha exhortado, ha condenado, ha bendecido y hasta ha perdonado. De alguna manera ya ejecuta. El extraño movimiento en el Senado, para que se le diera licencia a Manuel Velasco, sólo se pudo dar con la venia de López Obrador.
El perdón a Rosario Robles, a quien llamó “chivo expiatorio” salió de López Obrador. Cabe recordar a esos incondicionales que un “chivo expiatorio” es un animal inocente que se sacrifica y que carga con los pecados de los demás.
Ahora sale Andrés Manuel a decir que no va a poder con todos los problemas porque el país está en bancarrota; ¿apenas se dio cuenta? Si algo podemos exigirle es que no nos desilusione tan pronto.