Pedro Lizárraga / Maestros y trabajadores universitarios de todo el estado se reunieron el 29 de junio para estudiar y decidir las medidas a tomar, ya que el gobierno no respondía a su Pliego Petitorio. De por si los ánimos estaban caldeados, y para agravar las cosas los líderes de la Coalición de Trabajadores informaron que el rector Fernando García Barna había ordenado el despido de la dirección colectiva. En la lista se encontraban Roberto Williams, Luis Reyes García, Eloy Antonio Espíndola, Erasto Parra Hernández, Carlos Enrique Abreu Esquivel, Arturo Esperón Villavicencio y el profesor de Coatzacoalcos José Luis Arvide Lorenzo. Por órdenes superiores, se ordenó el cambio de adscripción del Dr. Héctor Castañeda Bringas. Castañeda laboraba por las mañanas en el Centro de Salud de Xalapa y en las tardes era profesor de la preparatoria Artículo Tercero. En represalia por su activismo las autoridades de Salud le cambiaron su adscripción a la ciudad de Misantla, varias horas de la ciudad capital.
Durante la asamblea, diferentes oradores acusaron al rector de violar la Ley orgánica, pues ignoraba a las Juntas Académicas y el Consejo Universitario. En respuesta a esa decisión indebida se integró un comité en defensa de los despedidos. Finalmente, la mayoría de los delegados decidió irse al paro indefinido a partir del 1º. de julio. Por votación plantearon la necesidad de dirigirse vía telegrama al presidente de la república. Se mencionó reiteradamente que el gobernador se había negado a escuchar sus reclamos. Y no sólo eso, se denunció el clima policiaco y de represión impuesto por Fernando López Arias en Veracruz. Se recordó apenas entró a la gubernatura ordenó la creación de un cuerpo de granaderos. Durante su gestión se incrementaron notablemente los recursos destinados a la policía, en tanto decreció lo recibido por la Universidad. Mención especial recibió el cuerpo de Servicios Especiales, denunciado por su labor de espionaje descarado en las actividades realizadas por los maestros inconformes.
El 29 de junio, en las instalaciones de la Escuela Secundaria y de Bachilleres de Córdoba, se reunieron estudiantes de las ciudades de Huatusco, Coscomatepec, Fortín, Cuitláhuac, Potrero, Orizaba y Córdoba, con el propósito de brindar su apoyo al movimiento de los maestros de la Universidad. Se formó un comité directivo encabezado por los estudiantes Dante Delgado Rannauro, Manuel Juárez López, Mercedes Orbezo, Carlos Manuel Ponce Villar y un representante por cada una de las escuelas participantes en esa región. [1]
Al comienzo del movimiento de los trabajadores, todas las organizaciones estudiantiles manifestaron su apoyo decidido, incluso la corrupta FEV se adhirió a la lucha. Con el propósito de solidarizarse con los maestros en huelga, también surgió una nueva organización, el Consejo de Huelga Estudiantil, CHE. Este grupo liderado por Orlando Guillén Tapia, David López Merino, Ernesto Fernández Panes, José Luis Aceves y Pedro Martínez Lara, se movilizó por diversas escuelas de la Universidad, buscó la incorporación de los Comités de Lucha de varias escuelas y desplegó una gran actividad propagandística. Por lo visto, el CHE fue compuesto por lo más granado de la CNED en Veracruz. La facultad de Economía encabezada por Rafael Arias Hernández, el 1º. de julio llevó al cabo una marcha por varias calles de la ciudad y un mitin en el centro.
Con el objeto de exigir solución a las demandas de la Coalición hubo numerosas manifestaciones en las que salieron a las calles de Xalapa los trabajadores universitarios y miles de alumnos. Mediante mantas, carteles, volantes y discursos, denunciaron la irresponsabilidad de las autoridades, acusaban al gobernador de los adeudos y el despido injustificado de la dirigencia de los trabajadores. La multitud lanzaba consignas y epítetos en contra de López Arias. En los mítines, maestros y estudiantes tomaron la palabra para expresar su inconformidad y exigir solución. Los oradores, además de remarcar los puntos del Pliego, la tomaron contra el gobernador, como responsable de la situación por la que pasaban los trabajadores; lo acusaron de descuidar la educación superior, tener a los maestros en niveles de pobreza, no conceder el salario mínimo al personal de servicio y dedicarse a organizar eventos deportivos onerosos e inútiles. En varios momentos recordaron su interés en mejorar los cuerpos policiacos y el descuido de la Universidad. En esas exposiciones destacaron los estudiantes Juan José Rodríguez Prats, Genaro Rodríguez, Leopoldo Castillo, Ernesto Fernández Panes, Rubén Suárez Domínguez y Lulio Valenzuela.
Abel Magaña, del diario El Dictamen, daba cuenta el 3 de julio de la ruidosa manifestación de 3 mil estudiantes celebrada el día anterior. Diez oradores, uno por escuela, expresaron su apoyo a los huelguistas y reclamaron en forma airada el proceder de las autoridades por la falta de atención a la Universidad. Un joven se refirió al enorme gasto que se pensaba hacer con motivo de los próximos Juegos Deportivos Nacionales, que sólo ocasionaban gastos y no servían para mayor la cosa.
Ese 3 de julio, el mismo periódico informaba acerca de una conferencia de prensa del gobernador. Posiblemente a manera de eludir su responsabilidad, López Arias dijo que hasta ese momento no había recibido solicitud de audiencia de parte de la Coalición de Trabajadores. Era absurdo. Durante meses se había solicitado su intervención, esos días miles de personas gritaron frente al palacio de gobierno exigiendo solución, decenas de mantas exponían los reclamos, el Pliego Petitorio circulaba por todos lados, la prensa colocaba en primeras planas la acción de los universitarios y el señor gobernador no sabía qué estaba sucediendo. Para cubrir la formalidad, la Coalición de inmediato llevó a la autoridad la solicitud de audiencia.
Con fecha 3 de julio, a las 11 y media del día, después de entrevistarse con el gobernador, los representantes de la Coalición le solicitaron que los ofrecimientos verbales se hicieran por escrito. Le pedían respondiera a las demandas expuestas desde el 18 de junio. También exigieron que oficialmente restituyera en sus puestos a los trabajadores Roberto Williams, Luis Reyes, Eloy Antonio Espíndola, Carlos Abreu, Erasto Parra, José Luis Arvide, Arturo Esperón, y los demás afectados de agresiones. Con toda claridad solicitaron cesaran las represalias, la intimidación y vigilancia policiaca sobre los trabajadores y dirigentes.
Durante los cinco años previos, Fernando López Arias procuró agenciarse la fama de político preocupado por la educación en Veracruz. Ganó prestigio por la construcción de varias escuelas, se le reconocía haber concluido la moderna e impresionante Normal Veracruzana, se sabía de su estrecha relación con grupos de jóvenes, soportó el costo de congresos, festejos y eventos de las organizaciones estudiantiles, les concedió privilegios desproporcionados. Sin embargo, en esta ocasión el gobernador no supo responder adecuadamente, ni siquiera sus allegados entendían como el gobierno se desentendía del sector más importante de la educación veracruzana. En unos días el gobernador perdía lo ganado a lo largo de su sexenio. De ser un promotor de la cultura, terminó siendo visto como un enemigo de la educación y de los jóvenes.
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