El Gobierno Federal usó la fuerza pública para obligar a los maestros a evaluarse; los docentes estoicamente resistieron; los líderes sindicales agacharon la cabeza y levantaron las caderas. Muchos fueron exhibidos por las turbas magisteriales, su opacidad y cobardía salió a la luz. Unos tres años después del inicio de la arremetida de la Reforma Educativa, los maestros se enterarían que la mayoría de los líderes habían sido comprados. De hecho, el SNTE, el sindicato mayoritario, se convirtió en capacitador para el examen de ingreso y evaluación. Su líder ya había recibido buen dinero.
Hoy la historia y la razón estuvo con los maestros; éstos se refugiaron en Morena y le dieron un voto de confianza a Andrés Manuel López Obrador. Los promotores de la Reforma Educativa ven con tristeza y desilusión cómo se van desintegrando el amasijo de leyes y recomendaciones de la OCDE, que formaron parte medular de lo que creyeron que sería la joya de la corona del gobierno de Enrique Peña Nieto. Hoy los maestros sonríen, sus detractores lloran su derrota.