Por eso, Luis Castro Obregón andaba ofreciendo al partido como como dama de compañía. Sin embargo, el único que le guiñó el ojo y le levantó la falda fue el PRI, el partido más repudiado del país. Esa relación con el tricolor finalmente lo llevó a la tumba. Hoy Nueva Alianza no sólo pierde el registro como ente político, pierde la confianza de miles de electores que le depositaron el voto.
Por cierto, dicen que la venganza es un plato que se come frío, y los maestros disfrutaron el platillo, dándole la espalda a un partido que, por debajo de la mesa, apoyó la Reforma Educativa. Hoy, el partido turquesa ya no existe, sólo le podemos decir como se les dice a los muertos: no te olvidaremos, vivirás en nuestro corazón. Por cierto, unos lloran por tristeza y otros por los centavos que dejarán de recibir.