En el sexto informe de gobierno el presidente Enrique Peña Nieto, tuvo unas palabras gentiles para su esposa: «Gracias a mi esposa Angélica, por la compañía, la fortaleza, y el apoyo permanente que incondicionalmente me ha dado, muchas gracias Angie». También para sus hijas e hijo tuvo emotivas palabras: «Gracias a nuestros hijos, Paulina, Sofía, Alejandro, Fernanda, Nicole y Regina por su cariño, su alegría, la que me contagian todos los días, por comprender el tiempo que les tocó vivir, por estar siempre a mi lado».
En el momento que se dirigió a ellos, todos los miembros de la familia presidencial soltaron un llanto discreto. Acaso en ese momento entendieran que seis años es poco tiempo, acaso entendieran que el poder no es eterno.
¿Recordarían esa vida de lujos y derroches que se daban? ¿Recordarían los viajes en el avión presidencial, los viajes a las tiendas de lujo del país que se les antojara? ¿Acaso echarán de menos tanta frivolidad? Si eso les vino a la mente, entonces entendemos sus lágrimas.
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