Esos autos recibían mantenimiento, gasolina, seguro y otras reparaciones a cargo de la Cámara de Senadores, es decir a costa de nuestros impuestos. Por cierto, los senadores entre sus compensaciones tenían un monto determinado para que se compraran un auto propio y hasta vales de gasolina y eran libres de pasar por cualquier caseta de peaje. Entonces, si ya gozaban de esos privilegios, ¿para qué querían 170 autos a su servicio?
Con razón el dinero no alcanzaba. Pues al parecer esos privilegios terminaron, pues de acuerdo con Ricardo Monreal, virtual presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, esos autos se van a subastar y se va a devolver el dinero a los mexicanos. Esperemos que las cosas sean siempre así, y no tengamos que enterarnos al rato de los excesos de la presente Legislatura.