El malmirado exsecretario de Educación, Aurelio Nuño Mayer, hizo su gracia y se fue lentamente por el sendero de la ignominia y el olvido. Se recordará que cuando el señor se pavoneaba como el mero chipotle la educación en México, sintiéndose casi la rencarnación de Comenio, fue el máximo promotor del Nuevo Modelo Educativo. En la mayoría de los foros donde asistía, lo presentaba como la llave que conduciría a los alumnos al paraíso del saber y la felicidad.
«La Secretaría de Educación Pública comparte con Usted un gran objetivo: que todos los niños, niñas y jóvenes de México, sin importar su contexto, tengan una educación de calidad que les permita ser felices y tener éxito en la vida», así firmaba en el primer párrafo de un texto introductorio llamado “Estimado docente de Educación Primaria, 4º”.
Sin embargo, los informes que se van presentando después de iniciar el ciclo escolar 2018-2019, es que los dichosos clubes que vinieron a sustituir a los talleres, o como dicen algunos directivos «solamente los modificaron o mejoraron», no están funcionando como se esperaban. Y en la mayoría de las escuelas aún ni arrancan.
Además, la evaluación en tres tiempos no deja conforme a los padres de familia ni a muchos maestros. Lo cierto es que esa dichosa autonomía curricular queda al criterio de los directores, y en algunas escuelas está siendo usada para saldar cuentas políticas. Por esas y muchas más razones es que este nuevo modelo educativo está condenado al fracaso, como todo su envoltorio llamado Reforma Educativa.
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