Quienes veladamente celebran la ínfima posibilidad de que Javier Duarte salga libre son unos cretinos. Y un cretino no sólo es necio y estúpido, sino que es incapaz de reconocer sus propios errores. Desear que Javier Duarte salga en libertad después de todo lo que se robó, tan sólo para darle en la puntilla a Yunes Linares es digno de imbéciles. Duarte no está en la cárcel por gusto del gobernador actual, Duarte está en la cárcel por todo el daño que causó a millones de veracruzanos que fueron víctimas de sus excesos.
Los veracruzanos fuimos testigos de ese saqueo, porque no sólo lo padecimos, sino que algunos lo estuvimos denunciando. Por supuesto, Duarte no saldrá en libertad como fue el caso de Elba Esther Gordillo. Si bien los dos comparten abogado, los delitos de una no son semejantes a los del otro. Aparte, Javier Duarte ya no es un as bajo la manga ni puede ser letra de cambio.
Javier Duarte, una vez que llegue López Obrador a la presidencia, será un delincuente más, o quizá un delincuente VIP. En caso de que su litigio dé un giro de 180 grados, entonces los ciudadanos tendrán base para creer en ese pacto del que tanto se especula en Veracruz. Por cierto, Cuitláhuac García debería ser más cuidadoso en lo que declara; hasta parece que le da gusto que liberen a Duarte.
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