Luis Ortiz Ramírez / El SNTE, el quijote aventurero que lucha contra los molinos de viento que atentan contra los derechos laborales de los maestros indefensos, se encuentra como este personaje de ficción. El sindicato magisterial, como el quijote, no encuentra la diferencia entre la realidad y la fantasía. Como defensor del derecho laboral se siente como el único garante que puede poner las cosas en su lugar.
Sin embargo, en estos momentos, cuando gano Andrés Manuel López Obrador, el SNTE al igual que el quijote, pelea una guerra que no existe. El SNTE da los golpes al aire, la lucha ya paso. El SNTE solo hace un entrenamiento con su propia sombra. El fragor fue al inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Su aparición quijotesca y libertaria, se esperaba cuando las maestras eran golpeadas por resistirse a ser evaluadas. Cuando Chuayffet respiraba odio contra el magisterio disidente, o se esperaba que apareciera cuando Aurelio Niño Mayer, pedía la intervención de las fuerzas públicas contra los maestros. Pero no, el SNTE, se quedó con los brazos cruzados. Ordeno a sus seccionales a mantenerse al margen. En los estados los maestros fueron presa del encono de varios gobernadores que querían congraciarse con el gobierno federal, sin embargo el SNTE, no movió ni un solo dedo para defender a los maestros “revoltosos y flojos”. Los maestros esperaban que el SNTE levantara la voz contra este ataque bestial. Sin embargo, el SNTE guardo silencio.
Hoy el SNTE, hace su aparición quijotesca rayando en lo grotesco y lo ridículo. Su condición se puede expresar en la canción del finado Facundo Cabral, quien cantaba; “pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo”. Hoy el SNTE y sus insulsos personajes cupulares, que no vale ni la pena mencionarlos, están contra la pared y con los pantalones abajo. No tienen armas políticas para defenderse, su partido turquesa está en la orilla del bote de la basura, su credibilidad también.
Y es que el error de Juan Díaz de la Torre, fue dejarse seducir por el canto de las sirenas de Los Pinos. El ser el segundo en el poder nunca le agrado. Siempre quiso ser el principal protagonista, El problema es que ese lugar lo ocupaba, su maestra, su mentora política. Por eso, cuando se presentó la primera oportunidad, su sed de poder se acrecentó. En ese momento, el agradecimiento y la lealtad, le estorbaban. Era tiempo de demostrar quien mandaba. Era su tiempo, no importaba que pasara a la historia sindical, como el hombre que traiciono a su mentora.
Hoy, el SNTE, es un paquidermo sin fuerzas, es un ente sindical que clama y apela a la unidad de sus agremiados. No obstante, para la mayoría de los maestros, el SNTE, les quedo mal, no supo defenderlos. Hoy es tiempo de que los maestros exijan cuentas claras. Es necesario saber con transparencia, el uso de las cuotas sindicales que no es cualquier cosa. Los maestros deben de saber cuáles son las propiedades mobiliarias, la cantidad exacta de hoteles, edificios y casas que ha comprado el SNTE, con el dinero de proveniente de las cuotas magisteriales.
Se debe de acabar el tiempo de las opulencias y el despilfarro de los líderes sindicales, incluyendo el de la propia maestra Gordillo. Y es que si alguien piensa que es el momento de oportunismo político, está equivocado. Las propias huestes de Elba Esther Gordillo, que se han lanzado como jauría, volcando sus pretensiones en las redes sociales, pintando a la maestra Gordillo como una heroína, deben saber que el principal compromiso, es con los maestros que buscan democratizar al SNTE.
La realidad es que la lucha cupular que se dará entre el Comité Ejecutivo del SNTE, y la gente de Gordillo Morales, no es tanto por los maestros, sino por las cuotas sindicales. La lucha es por dinero no por derechos magisteriales. Ya se verá el día de mañana, 20 de agosto, las reacciones del SNTE. Es cierto que tiene el membrete del SNTE, pero no será suficiente contra las hordas magisteriales inconformes que se levantaran, cuando la maestra Elba Esther Gordillo, de la orden de recuperar el SNTE. Total, a rio revuelto, ganancia de pescadores.