Mussio Cárdenas Arellano /
* Cuitláhuac García, sin el roce ni el aplomo * Desmantelará al PRI-AN * Chagra se ampara para reabrir el Port House * Ahí se encerraba el Comandante H * Agua Dulce: regidores yunistas son peones de alcalde de Morena * Fluvio Ruiz a Pemex Exploración y Producción * Carvajal ya no ve cómo irse de Mina * De la adicción a la extorsión
Político de sombras, gusta Eric Cisneros del relax junto a la piscina del hogar, o de la actuación teatral en un “gobierno legítimo” que nunca existió, oriundo de un Veracruz del que se desarraigó en un santiamén y gris, profundamente gris, entre los suyos y entre los demás. Ese es Eric, el futuro —y verdadero— gobernador.
Será la sombra de Cuitláhuac García Jiménez y los ojos y oídos de Andrés Manuel López Obrador. Será la voz que decide y el puño que obliga y pega, o la mano que aprieta, aplicando aquello de que el poder real, dentro y fuera de Veracruz, no se cuenta sino se ejerce, no se comparte sino se impone, el que habrá de desmantelar al PRI-AN.
A contrapelo del morenismo que apenas lo conoce, y también del que le conoce el defecto y la virtud, Eric Patrocinio Cisneros Burgos tuvo lanzamiento estelar, en Xalapa, frente a palacio de gobierno, esbozando Cuitláhuac, su presentador, que a quien hay que seguir es a él.
Bonachón, regordete, cabello ralo, luce ese día poco propio para su entronización. Ni por accidente se le ocurrió vestir de manera formal, un saco sport, una corbata, un traje para la ocasión.
Detrás del atril, ese día, habla el gobernador electo. Cuitláhuac es, pero no parece gobernador. Cuitláhuac es, ese 1 de agosto, el maestro de ceremonias que Eric deseaba tener.
Ahí lo muestra. Destaca quién ha sido y quién es, sus días en Baja California Sur, al que llegó cuando su padre lo hizo migrar, dejando su natal Otatitlán, en la cuenca del Papaloapan, donde por cierto Morena perdió la presidencia municipal; su paso por el servicio público, sus días asesorando al PRD, a Rocío Nahle, coordinándole una campaña de 2015, cuando derrotó al PRI e inició la crisis priista que se acentuó con la caída, el escándalo, el encarcelamiento del ex gobernador Javier Duarte por la quiebra financiera del gobierno de Veracruz y la complicidad con el crimen organizado.
Eric, el gobernador de facto.
Eric, el patrón del Cui.
Mídase a Eric Cisneros en tres tiempos: el tesorero de Santa Rosalía —o Mulegé como es el nombre del municipio— y su liga con dos ex gobernadores de Baja California Sur; el estratega del voto para el Dios Peje en 2006 cuando Andrés Manuel se durmió presidente y se levantó derrotado, y su integración al “gobierno legítimo” como subsecretario de Economía, que fue una charada fenomenal del señor López.
Qué mejor retrato que el que Cuitláhuac García —el célebre cincuentón que aún vive en la casa de papá— elabora de Eric Cisneros: orbita entre los allegados al team de López Obrador, operando en campañas presidenciales, cerca de AMLO, y destacando su paso por Veracruz, ayudando a diputados y alcaldes a ganar.
Será, pues, el secretario de Gobierno.
Y tendrá todo el poder.
Sí, todo el poder.
Y será algo más: el Big Brother de López Obrador.
Por él verá, escuchará, decidirá Andrés Manuel lo que se haga o se deje de hacer en Veracruz, lo que quiera imponer y decida conceder.
Eric Cisneros milita en el círculo de Leonel Cota Montaño, ex gobernador de Baja California Sur y ex líder nacional del PRD, y en el de su sucesor, Narciso Agúndez, más que influyente Cota en el ánimo de López Obrador.
Allá se formó políticamente. Allá se le conoce, en Veracruz no.
Pero de que va gobernar, vas gobernar.
Muy formal, Cuitláhuac García cuenta apenas algo de su historial. Pero no alude a los fangos que pisan los que anhelan el poder, los tropiezos y los mandobles, el golpe mediático que termina por mancharle el prestigio y acabarle la honra.
Evade Cuitláhuac el episodio de Santa Rosalía, cuando Eric el Gris fue tesorero municipal. Inició gestión pero no culminó. Y le soltaron que tendría que enfrentar la justicia por malversación, cosa que nunca ocurrió.
Cuitláhuac es generoso pero también mentiroso.
Omite hablar del descalabro de 2017 en Veracruz cuando a Morena le falló el pronóstico. Ofertó una cosecha de entre 80 y 90 alcaldías y si acaso llegó a 16. Eso sí, ganó Xalapa y Coatzacoalcos, Poza y Rica y Minatitlán con su tremendo potencial económico.
Sin el efecto López Obrador, Morena puja.
Veracruz le viene bien a Eric Cisneros. Será secretario de Gobierno y ya usa la demagogia y el rollo para impactar, la frase-cliché.
“No influyentismo, no corrupción, no impunidad”, cuenta Erick El Gris.
Y preconiza sobre la libertad de expresión y el respeto a los derechos. “Eso incluye a todos los que están en el gobierno”, refiere.
Y luego el bluff: la Secretaría de Gobierno convertida en un despacho “abierto e itinerante”. ¿Itinerante? ¿Eric placeandose por Veracruz?
Grillar hace daño. Daña la neurona, potencia el embuste, detona la simulación.
Ilustre desconocido, operador en las sombras, Eric Cisneros no se puede asumir como el artífice de la victoria en la elección del 1 de julio en Veracruz.
Ni él ni Cuitláhuac García.
Ahí ganó el efecto López Obrador.
Hastiado el pueblo del robo y la impunidad, el hartazgo hacia el PRI-AN, los gasolinazos, Ayotzinapa, Tlatlaya, las reformas estructurales, el despotismo de los grupos de poder, cargó su voto hacia López Obrador.
No porque sea mejor sino porque, como muchos pregonan, si que éste sea el que me robe, ¿qué?
Así vieran sus fans el reclutamiento de la mafia del poder en Morena, la bendición de las lacras políticas, las aguas de la purificación pejista sobre sus otrora enemigos, panistas y priistas, salinistas y zedillistas, foxistas y calderonistas, todos en torno a López Obrador, prevaleció la certeza de que el candidato de la izquierda moderada era mejor opción.
No concentró el voto Cuitláhuac. No le acarreó votos Eric.
Fueron los votos de castigo lo que disparó a López Obrador hasta lograr el 53 por ciento de la votación nacional. Su victoria fue clara y contundente.
Fue ese efecto, no Cuitláhuac, ni Rocío Nahle, ni Eric Cisneros, lo que hizo ganar a Morena en Veracruz.
Sui generis personaje Eric Cisneros, que en los días del gobierno legítimo de AMLO, aquella mascarada que mató de risa a medio México, López Obrador con la banda presidencial en el pecho, el juramento solemne con el brazo extendido, a sus espaldas el Palacio Nacional y la imagen del águila juarista, supo seguirle la corriente al Mesías. Y en consecuencia el “presidente legítimo” lo designó subsecretario de Economía del gobierno fantasmal.
Será secretario de Gobierno, los ojos y oídos del Peje en Veracruz, el ejecutor del desmantelamiento del PRI-AN, si es que el PRI y el PAN se dejan aplastar.
Cuitláhuac, pues, es un accesorio. Eric concentra el poder.
Ese Eric es el futuro —y verdadero— gobernador.
Archivo muerto
Arrendador del Comandante H, Roberto Chagra Nacif va por el rescate del Port House, el restaurant embargado y clausurado en el que pasaba horas el jefe zeta. Un amparo, cuya audiencia constitucional tendrá lugar el 28 de agosto, le permitiría recuperar el célebre y costosísimo restaurant, donde por cierto los sellos de clausura fueron violados apenas días después del escándalo derivado de la aprehensión de Hernán Martínez Zavaleta, producto del crimen del taxista Clemente Martínez, su esposa Martidiana y cuatro hijos de 3, 4, 5 y 6 años, como una vendetta demencial por el asesinato de Bernardo Cruz Mota, brazo derecho del H, en julio de 2017. Bajo el número de expediente 235/2018, Chagra acudió a la justicia federal y cayó —o le arreglaron que cayera— su caso en el Juzgado Décimo Noveno de Distrito donde ocurren cosas que van de lo sospechoso a lo reprobable. Su alegato se basa en la improcedencia de la clausura, previo aseguramiento por parte de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO). Por el Port House coqueteaba el H con el jet-set, y en la inauguración del gimnasio Golden Bull, donde posaron las fotos el Comandante H, la boxeadora Mariana “La Barbie” Juárez, Beto Chagra, el empresario transportista y constructor, Ramón Ortiz Cisneros, el restaurantero David Arreola Sam, y el ex secretario de Gobierno municipal y ex líder estatal del Movimiento Territorial del PRI, Víctor Rodríguez Gallegos, hoy operador morenista en Cancún, Quintana Roo, entre muchos que presumían su amistad con el jefe zeta… Alejandro Torruco, como diría el clásico, no controla ni a sus peones. Y Pepe Mancha, menos. Sus regidores en Agua Dulce resultaron fieles de toda fidelidad, pero no al PAN sino a Morena. Alma Esther Santaella y Erick Jiménez Hernández son piezas azules del alcalde Sergio Guzmán Ricárdez, un avieso transgresor de la ley, oscuro edil que lo mismo vende bienes inmuebles del municipio sin aval del Congreso de Veracruz, que infesta la nómina con parentela y amigos, incluso familiares de periodistas, u oculta el manejo financiero, acusado ante el Órgano de Fiscalización Superior y la Legislatura, en la mira de una minuciosa investigación, según documentos entregados al regidor Mario Espinosa Ríos. Sergio Guzmán se sostiene con los votos del PRI-AN, el de la priista Guadalupe Martínez Badillo, y los de los panistas Alma Esther Santaella Bandera, recomendada del ex alcalde Alejandro Torruco Vera, actual titular del sistema de Educación Tecnológica del gobierno de Veracruz, y de Erick Jiménez, protegido del líder del PAN, José de Jesús Mancha Alarcón. O sea, los votos del yunismo azul sosteniendo el actuar turbio del alcalde de Morena. Entiéndese pues por qué la cosecha de votos en el sur para Miguel Ángel Yunes Márquez fue de risa. Los pupilos de Torruco y Mancha se visten de azul pero su alma es Morena. Se arropan en la bandera del PAN y se entregan a la causa del Dios Peje. Encumbrados por el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, lo suyo ha sido morderle la mano, sumarse al proyecto Peje y tender puentes hacia Morena en el sexenio que está por venir… Una voz, la de Ifigenia Martínez, habló por el cuauhtemismo y por Fluvio Ruiz Alarcón, y demandó para él la dirección de Pemex Exploración y Producción. Y López Obrador la concedió. Fluvio, oriundo de Coatzacoalcos, hijo de una apreciada empleada de Pemex que se esmeró en potenciar su capacidad y talento, es hoy por hoy una de las personalidades con mayor reconocimiento en el ámbito petrolero internacional. Egresado de la UNAM donde obtuvo la licenciatura en Física, con dos maestrías y un doctorado en Economía de la Energía por la Sorbona de París, asesor del PRD en la Cámara de Diputados, fue quien diseñó el modelo con el que gradualmente se reduciría la carga tributaria a Pemex para darle mayor viabilidad financiera y, sobre todo, evitar un colapso que sería catastrófico para el país. Fluvio Ruiz alcanzó su cenit cuando fue designado consejero profesional de Pemex. Ahora será titular de Pemex Exploración y Producción, el área más relevante de la empresa petrolera. No le debe el favor a nadie más que a su preparación y talento. No llega a PEP por la intervención de las Nahles ni los Teas, ni los santones de la izquierda descafeinada de México. Cancelada la posibilidad de que Lázaro Cárdenas Batel pudiera ser titular de Pemex, cargo otorgado finalmente a Octavio Romero Oropeza, el cuauthemismo pujó para que Fluvio Ruiz Alarcón alcanzara la dirección de PEP. Y así fue. Alumno brillante, orador espléndido, se recuerda a Fluvio por su gran aprovechamiento en la secundaria Miguel Alemán, o por el día en el que le afloró lo anarquista y ante el incremento al pasaje del transporte urbano, encabezó un contigente que cerró los accesos a Coatzacoalcos, bloqueando con un par de autobuses las avenidas Zaragoza y Transístmica a la altura de la Ford, o en sus múltiples entrevistas en que describe el momento crítico de la industria petrolera nacional, aportando ideas para hallar la fórmula que haga de Pemex el detonante de la economía nacional. El 1 de diciembre, junto con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México, Fluvio asumirá la dirección de Pemex Exploración y Producción. Es su mérito y de nadie más… Cosa de días, quizá semanas, para que Rafael Carvajal Rosado deje la secretaría del ayuntamiento de Minatitlán. Se irá porque nadie está obligado a lo imposible. Y sacar del barranco al alcalde Nicolás Reyes Álvarez es peor que imposible. Se irá —revela una fuente cercana a Carvajal Rosado— por la cerrazón del alcalde, que cancela espacios de negociación con los regidores de oposición, por los exabruptos de Reyes Álvarez —les imputó a los ediles en sesión de cabildo que quieren cobrar diezmo y tienen constructoras—, por el nepotismo, por el manoseo de los alfiles de Morena al interior del ayuntamiento y por el desgaste provocado por los siete meses de gestión sin un solo resultado. Sábese que Rafael Carvajal volverá al feudo de Manuel Huerta, el líder estatal de Morena… ¿Quién es ese funcionario municipal que va de negocio en negocio solicitando su moche, so pena de enviar inspecciones de alcoholes a fastidiar? Su adicción etílica, dirían los clásicos, le ha desarrollado el instinto de la extorsión…
Comentarios