Para justificar la corrupción, el actual presidente Enrique Peña Nieto dijo una frase que rápidamente se convirtió en clásica: «La corrupción es un problema cultural». Y al parecer los políticos y líderes mexicanos culturalmente han seguido la línea de nepotismo e impunidad sin tener que rendir cuentas absolutamente a nadie. El caso de Juan Díaz de la Torre comienza a cobrar relevancia ahora que la maestra Elba Esther Gordillo recobró su libertad. Con la detención de la maestra, el más beneficiado resultó ser el propio Díaz de la Torre. Su sumisión y lacayismo fueron premiados por los verdugos de su mentora, colocándolo en la silla que dejaba vacía la maestra.
El caminar bajo ante los promotores de la Reforma Educativa le rindió frutos, su familia floreció económicamente, especialmente su hijo, Juan Óscar Díaz Medina, quien no desaprovechó la bonaza y funda Residencial Carmina y Tutto Audio Mobile, precisamente cuando su padre estaba más empinado ante el Gobierno Federal. Al parecer se le olvida a Díaz de la Torre que fue la maestra Gordillo quien hizo diputado por Nueva Alianza a su socoyote en el 2005, cuando todo era miel sobre hojuelas y la hija de la maestra Gordillo, la difunta Mónica Arriola, le bautizara a su nieta
Total, para que se hizo el poder si no es para poder, al menos así pensaba una generación de políticos que en estos momentos andan huérfanos, buscando y tocando las puertas de Morena para volverse a pegar a la ubre del gobierno. Y si no lo creen, pregúntenle al propio presidente del SNTE, que anda buscando acercamientos con el que sí resultó ser el mero-mero.
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