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La muerte ronda en Cosautlán

Filiberto Vargas Rodríguez / 

Prefacio.

Hay quienes insisten en que el titular de la Fiscalía General del Estado (FGE) Jorge Winckler, se podrá mantener en el cargo a pesar del cambio de gobierno. Los testimonios de su mala gestión, sin embargo, se acumulan y no sólo tendrá que dejar el cargo, sino que –además- podría terminar en la cárcel. *** Hace algunas semanas la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Veracruz (CEDHV) concluyó las investigaciones y determinó que en marzo de 2017 policías municipales de Altotonga abrieron fuego contra el conductor de un vehículo particular, por conducir frente a las oficinas del ayuntamiento, de madrugada, con el volumen de su estéreo a un nivel alto. *** El ombudsman estatal señaló que los policías falsearon las pruebas para acusar al conductor de haber disparado contra ellos. Pero no le encontraron ninguna arma. *** Las declaraciones de los policías fueron contradictorias: unos aseguraron que el conductor disparó contra el palacio municipal y otros que les “aventó” el auto, y por eso abrieron fuego, y unos más dijeron que en la detención no se usaron armas, aún cuando el detenido llevaba un disparo en la espalda. *** En intento de incriminarlo, personal de la Fiscalía estatal extrajo una muestra de sangre al detenido, para verificar si estaba alcohilizado o bajo los efectos de alguna droga, intento igualmente fallido. *** El conductor finalmente fue puesto en libertad e interpuso una denuncia contra los funcionarios involucrados en el ataque. *** Cuando la Comisión Estatal de los Derechos Humanos solicitó a la Fiscalía del Estado un informe sobre los avances en la investigación, ese organismo le notificó oficialmente su negativa a abordar el tema, lo que fue calificado como un acto evidente de obstrucción a la labor de la Comisión. *** Esa y muchas otras irregularidades se están acumulando en el expediente del “fiscal-carnal”.

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A pesar de los reiterados discursos del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, en los que asegura que la incidencia delictiva va a la baja, y su insistencia en que los “veracruzanos de bien” pueden vivir tranquilos, la realidad es muy distinta.

Cosautlán de Carvajal es un pequeño municipio ubicado en la zona central montañosa de Veracruz. A escasos 23.5 kilómetros de la capital, Xalapa.

Gran parte de sus pobladores trabajan en el campo, y otro importante sector viaja todos los días a Xalapa y Coatepec para sumarse a la actividad económica de esos municipios.

Durante el día Cosautlán luce como un pueblo pintoresco, pacífico. Sin embargo, apenas oscurece, aparecen los fantasmas.

El sonido de detonaciones de armas de fuego les advierte a sus pobladores que el toque de queda inició. Nadie debe salir de sus casas, si no quiere correr el riesgo de que algo malo le suceda. El silencio de la noche se interrumpe de pronto por el estridente volumen de vehículos que recorren la ciudad.

Grupos de jóvenes viajan en esas unidades “vigilando” la población. Lo hacen en evidente estado de ebriedad y bajo los influjos de alguna droga. El volumen alto y los sonidos de una fiesta que seguramente concluirá en las primeras horas de la mañana, cuando ya haya salido el sol.

El municipio de Cosautlán tiene su propio cuerpo policiaco, pero sus elementos saben muy bien que no deben meterse con esos muchachos. Cuando a algunos “se les pasan las cucharadas” y hacen más escándalo del acostumbrado, los uniformados los intervienen y se los llevan a la comandancia.

Más tardan en llegar, que los otros grupos en movilizarse para “rescatarlos”.

No buscan a la alcaldesa (Alicia Valdivia Vargas, esposa del cacique de la zona Everardo Soto Matla) pues ella vive en una zona residencial en La Orduña, municipio de Coatepec. Les queda más cerca el sindico Rogelio Bonilla Herrera (tiene su residencia en la comunidad Los Limones). Llegan hasta su domicilio y lo obligan a que acuda “de inmediato” a la comandancia de la Policía Municipal para que ordene la liberación de sus “compañeros”.

Los habitantes de Cosautlán prefieren no tocar el tema, pero todos lo tienen muy claro. Esos mozalbetes integran los “cuerpos de vigilancia” de una banda del crimen organizado que opera en la zona. Su tarea principal es impedir que otros grupos invadan la plaza, y advertir a sus jefes en caso de que detecten alguna movilizacióin extraordinaria de elementos de la policía federal o las fuerzas armadas. Vaya, que funcionan también como “halcones”.

La trayectoria pública de Everardo Soto Matla está manchada de sangre. Desde la trifulca provocada por su suplente en la alcaldía de Ixhuacán de los Reyes, Joel Martínez Romero, durante una carrera de caballos clandestina, en Xoquitla, en la que disparó contra cuatro jóvenes, tres de los cuales resultaron heridos y uno falleció; hasta la ejecución, en San Andrés Tlalnelhuayocan, de tres de sus empleados.

Everardo Soto le ofreció al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares que su hijo ganaría en la zona. Su influencia no sólo se ubica en Ixhuacán y Cosautlán, sino en todos los municipios de esa región.

Sin embargo, muy tarde se percató de que la “ola” de Andrés Manuel López Obrador lo había alcanzado. En su desesperación, en pleno proceso electoral, envió a “sus muchachos” a amedrentar a una de las más influyentes activistas de Morena en Cosautlán. Entraron a su domicilio y negocio (una miscelánea), a unos metros del Palacio Municipal. No robaron nada, se concretaron a atacar a la dama hasta casi asfixiarla, para que entendiera que en cualquier momento podrían disponer de su vida.

Hay quien dice que nacer en un pueblo violento como Cosautlán tiene sus ventajas, pues la muerte se vuelve una compañera toda la vida. Los más viejos recuerdan aquella ocasión en la que el padre de la hoy alcaldesa, el señor José Valdivia Ortiz (ya fallecido) estuvo a punto de ser asesinado por un juego de cartas. Al descubrirse sus trampas se inició la balacera. El empedernido jugador saltó por una ventana de la cantina, justo frente al parque, a un costado del Palacio Municipal y fue a caer en unos matorrales, desde donde rodó hasta detenerse a los pies de un hombre, casualmente el padre de la propietaria de esa tiendita a la que tratan de silenciar. Aquel hombre escondió al padre de la hoy presidenta municipal y con eso le salvó la vida.

En un pueblo pequeño no se pueden esconder los muertos en el ropero.

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Epílogo.

El tema ntral este jueves en todos los cafés, fue la nuava bravuconada de Miguel Ángel Yunes Linares. En síntesis: “Voy contra los que no me apoyan y ya tengo en la mira a un diputado local; esperaré a que pierda el fuero para meterlo a la cárcel”. El coordinador de la bancada de Morena, Zenyazen Escobar, tomó el discurso de Yunes Linares como “una amenaza” a los legisladores que no validen su Sistema Anticorrupción. “Va a querer meter el tema de los magistrados y el hecho de que salga a hacer este tipo de señalamientos es para intimidar a los diputados que asumieron la misma postura que Morena”. *** El Congreso del Estado aprobó editar libros -impresos o digitales- y producir otros materiales didácticos complementarios a los libros de texto gratuito, así como realizar su difusión mediante el uso de los más recientes avances tecnológicos. El diputado local de Nueva Alianza, Vicente Benítez, reconoció que es claro el mandato legal que tienen las autoridades educativas de ofrecer los libros de texto gratuito, sin embargo, la legislación de Veracruz no preveía hacer uso de las nuevas tecnologías que permitan el acceso a los libros en formato digital en las aulas, por lo que, además de elevar el nivel de calidad en la impartición de la educación, sería benéfico para el medio ambiente.

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