Cuando el comunicador o alguien que tiene acceso a los medios por su trabajo sin ser periodista, y éstos agarran partido por alguien u ofende o difama hasta el escarnio valiéndose de su posición, esta persona pierde credibilidad y se aleja de la ética que debe tener una figura púbica. Eso fue lo que pasó con Carlos Marín, un personaje que nunca ocultó su animadversión por López Obrador, al grado de que perdió la compostura delante de la serenidad del que en ese momento era el candidato de Morena.
El que también la traía contra el tabasqueño fue Ricardo Alemán, quien en su belicosidad llegó a pedir que alguien matara al candidato. No se quedó atrás el fulano conocido como Callo de Hacha, que en cada oportunidad que tenía ridiculizaba al actual presidente electo. Y si hacemos memoria, por ahí andaba el narrador de lucha libre conocido por el Rudo Rivera, quien a cada momento pedía que el de Macuspana se fuera a la chingada.
Hay otros que por el momento se nos escapan, pero de algo podemos estar seguros, muchos de ellos ya están buscando la forma de reparar sus excesos. Algunos más atrevidos pretenden entrevistarse con el que fue blanco de sus burlas. Aunque para eso, ya es un poco tarde, seguramente el presidente electo ya tiene llena su agenda.
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