Lo hemos repetido hasta el cansancio, para democratizar al SNTE es necesaria una restructuración en sus propios estatutos. El SNTE tiene una estructura y una legislación interna caduca y añeja, que sólo está basada en la protección de la cúpula del poder. El SNTE teme a una votación universal, democrática, libre y abierta, donde voten directamente los maestros, por quien será el que los represente. Sus elecciones amañadas no contribuyen a un ambiente democrático.
En conclusión, el SNTE no ha defendido al magisterio mexicano, se ha empinado al poder en turno y ha sido un freno para la democracia mexicana. Por tal razón, no resulta extraño que a lo largo del país estén brotando como hongos nuevos sindicatos. No obstante, lo ideal sería una verdadera limpia al SNTE y darle paso a los aires democráticos que trajo la elección del primero de julio.