¿Es noticia que en Tepic se haya rescatado a ocho menores de edad provenientes de Chiapas? Tres adultos los “administraban” mandándolos a pedir dinero a las esquinas vestidos de payasitos y haciendo malabares. Puede parecer sardónico, pero en México eso ya no es noticia. No hay ciudad grande en este país que no cuente al menos con una o dos células de explotadores, de sujetos sin escrúpulos que van a Chiapas, a las comunidades más pobres para reclutar niños y explotarlos.
Lo más grave de todo es que, a pesar de la explotación, a pesar de las condiciones insalubres en que los tienen, a pesar del riesgo del abuso físico y sexual, los menores están en mejores condiciones que en su comunidad. Así de infamante ha de ser la condición en que se encuentran, que el purgatorio de explotación que padecen no se compara con el infierno de sus comunidades.
La pobreza es uno de los más graves problemas que debe combatir el próximo gobierno, la pobreza real, severa, intensa. Esa que obliga a los padres a entregar a sus hijos para que se vayan a ganar unos cuantos pesos y que al menos tengan algo que comer a diario. Si usted ve niños explotados en las esquinas de su ciudad, eso se debe a que ni su estado ni a su municipio importan esos menores.
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