Uno de esos aspectos es la verdadera reinserción social, pues la reincidencia en estos centros es muy frecuente. Y esas reincidencias se debe a que cuando algunos jóvenes o adultos terminan de purgar su pena, son arrojados a la calle, en algunos casos, sin nada: Ni dinero ni familia ni casa ni trabajo ni educación. Esta situación de desventaja obliga a la persona a hacer lo que sabe hacer para sobrevivir, delinquir. Hace falta un verdadero programa de reinserción social en el sistema judicial de este país; para empezar, se debe dejar de ver a la cárcel como un escarmiento, y la reclusión debe dejar de ser meramente punitiva.
El fracaso de los Centros de Readaptación Social es debido a esa mentalidad por parte de las autoridades penitenciarias y a esa falta de oportunidades que pone en desventaja a una persona que, en muchos casos, ya ha escarmentado, sin embargo, a veces no le queda de otra para sobrevivir que cometer un delito.