El SNTE perdió su brazo político, el partido turquesa no alcanzó el tres por ciento de la votación que le daría vida política. Sus candidatos a puestos de elección popular fueron ignorados por completo. El propio Juan Díaz de la Torre no alcanzó la protección que le daría una diputación federal. Ejemplo palpable Veracruz, donde laboran 111 mil trecientos maestros y su candidata alcanzó sólo 40 mil votos.
EL SNTE, aunque le cueste reconocerlo a sus dirigentes e incondicionales, ha perdido fuerza. Se han prendido los focos de su Comité Ejecutivo Nacional al ver que el descontento de los maestros no sólo se reflejó en las urnas, sino que ahora buscan poner orden en el sindicato. Otros maestros en varios estados están buscando refugio en otras representaciones sindicales al ver la frialdad y la parálisis en la que se encuentra el SNTE.
Buscan una verdadera democratización y una explicación por el cambiante discurso sobre la Reforma Educativa. Y es que mientras el gobierno entrante busca derogar la mal llamada Reforma Educativa, el presidente del SNTE Juan Díaz de la Torre pedía que la reforma continuara.
Hoy el SNTE se encuentra en una encrucijada que no sabe manejar, no sabe para dónde jalar, por un lado está su mala relación con AMLO y, por otro lado no sabe cómo manejar la balcanización de su propia organización sindical. Si el SNTE quiere recuperar la confianza de sus agremiados, tendrá que ceder, tendrá que soltar un poco el sedal de la democracia para que los maestros vuelvan a creer en el sindicato que los vio nacer.
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