El expresidente es más odiado que el cáncer, nadie lo quiere, su gobierno espurio es una afrenta contra la izquierda mexicana. Por esa razón, la llegada de Claudia Ruiz Massieu a la cabeza del tricolor, será un grueso bloque para lograr la democratización del antiguo “partidazo”. Además, lograr quitar el hedor y el tufo que deja el cochambre de la corrupción de 90 años, resulta casi imposible.
Es mucho mejor hacer un partido nuevo que refundar al antiguo PRI, sobre los escombros que quedan es como echar vino nuevo en un odre podrido y mal oliente. No sabemos a ciencia cierta si el tricolor, como en el 2012, repetirá su resurrección después de 12 años de administración azul fallida. Lo cierto es que en estos momentos el PRI da sus últimos suspiros después del letal golpe que le propinó la sociedad mexicana, a través del nuevo campeón de la política mexicana llamado Morena.