Los familiares de los presidentes podían viajar por todo el mundo en el avión presidencial y hospedarse en los mejores hoteles, todo a cuenta del erario público. Por ahí están las historias de Roberto Palazuelos con los hijos de Carlos Salinas, donde hacían tremendas francachelas en Los Pinos.
Actualmente los hijos de los presidentes –niños, adolescentes o jóvenes– que, por los azares del poder han llegado a vivir a la residencia oficial de Los Pinos, han significado millonarias erogaciones que hasta ahora no han quedado estampadas en ningún registro público. Tal es el caso de los familiares de Enrique Peña Nieto.
Hoy, esa presidencia imperialista y sus gastos onerosos, que son una verdadera mentada de madre para los más de 60 millones de pobres, ha llegado a su fin con el arribo de Andrés Manuel López Obrador. Si tiene usted algún reparo, échele un ojo al Plan 50 de Austeridad y salga de dudas.