Algunos muestran signos de preocupación, ya que el nuevo presidente llega con un poder que ningún antecesor ha tenido. Sin embargo, otros consideran que para que se puedan cumplir las promesas y expectativas que declaró el nuevo Ejecutivo federal, será necesario echar mano de todo lo que esté al alcance de AMLO. Las reformas tendrán que pasar por los congresos, el cumplir con la promesa de asistencia social requerirá un ajuste presupuestario muy rígido.
Además, se espera que se acaben los feudos estatales que fundaban los gobernadores, feudos que dilapidaban recursos federales al por mayor. Ahí está como ejemplo Veracruz, donde el regordete y malogrado exgobernador Javier Duarte despilfarró a manos llenas con la ayuda de sus queridas, amantes, de su propia esposa, y de un séquito de cómplices corruptos.
No sabemos si el nuevo presidente se convertirá en un dictador democrático, pero de algo sí podemos estar seguros, su capacidad de asombro será mucha al conocer realmente las condiciones de las arcas de la nación y, sobre todo, el grado de corrupción que deja la administración de Enrique Peña Nieto.