Édgar Hernández* / Ante la advertencia legislativa de someterlo a juicio político, jaloneado por el repudio de las familias de los dos mil 750 desaparecidos y la urgencia de regresar autonomía a la Fiscalía General de Veracruz, Jorge Winckler quedó colocado con un pie en el cadalso.
Se insiste incluso, que antes de que termine la administración del gobernador Miguel Angel Yunes, el oriundo de Oaxaca se pondrá a disposición del gobierno entrante de Cuitláhuac García Jiménez.
Así, Winckler seguirá los pasos de su antecesor Luis Angel Bravo Contreras de ganar tiempo en un afán de escapar del brazo de la justicia, aunque en realidad el ejemplo es fatal ya que a Luis Angel no le salió el juego al terminar sus andanzas de vedette en la cárcel.
Previsible pues que el señor Winckler transite de fotógrafo oficial del primer mandatario veracruzano a huésped de Pacho Viejo.
Y es que no son pocas las fechorías que carga.
Ese espectacular arranque al frente de tan importante oficina despidiendo a medio mundo de la Fiscalía para imponer a su equipo de poblanos e imberbes aprendices de Boca del Río.
Cómo olvidar su mala sangre y pésimo trato con los medios de comunicación tras la creación de un “cerco informativo”.
Como lápidas de desprestigio ha cargado carpetas de investigación mal integradas que solo dieron lugar al abuso de poder, así como los grandes negocios de su bufete jurídico de Costa Verde, en Boca del Río al erigirse en juez y parte.
El haber sido acusado por el SAT de incumplimiento legal o que de manera inopinada calificara de “corruptos a los diputados integrantes de la LXIV legislatura” que dio lugar a que los legisladores lo señalaran de “prepotente, arbitrario y desapegado a derecho”.
Y cómo olvidar sus repetidos fracasos ante el Congreso de la Unión por sus fallidas persecuciones contra Tarek Abdalá, Alberto Silva y Adolfo Mota, al integrar carpetas de investigación sin soporte jurídico, acusando incluso amparos inexistentes como el de Tarek que resultó que sí existían.
Esa torpe búsqueda por encontrar nuevos elementos que cambiaran la intención jurídica de Guatemala que dio lugar a la extradición de Javier Duarte o las tonterías del mismo carácter contra Karime Macías a quien terminó victimizándola y encolerizando al propio gobierno de Gran Bretaña.
En la sumatoria, la lista de yerros es larga.
Negarse a comparecer ante los diputados de manera pública y andar de chistorete en las redes no le acreditó prestigio, al igual que ese empinar de manera repetida a su jefe Miguel Angel Yunes, quien terminó haciéndola de gobernador y fiscal al mismo tiempo.
En realidad a este amigo de los calcetines raritos nunca le salió nada bien. Hacía, sin embargo, el intento por congraciarse con el patrón aunque su inexperiencia ganaba.
Ese pasaje ominoso en campaña de arrodillarse frente al candidato Yunes Linares para tomar el mejor ángulo de la fotografía; fue un queda bien que nunca le atinó.
Sensible su resbalón tras el primer debate de aspirantes presidenciales en donde puso de manifestó de manera pública su simpatía partidista por Ricardo Anaya sin guardar las formas. “¡Anaya, sin duda ganó el debate. AMLO sin propuestas fácticas y la misma retórica populista!”, escribió en su cuenta de WhatsApp.
Y sus recurrentes excesos.
Nombrar al equipo de futbol de la Fiscalía “Desaparecidos” lo cual provocó la natural molestia de cientos de familias de desaparecidos, al igual que el reparto, cual boletos del Metro, de órdenes de presentación a Cuitláhuac García por un tema familiar que nada tenía que ver con el tema político; a Rocío Nahle por estar presuntamente atrás de los videos de Eva Cadena, a Fidel Herrera en calidad de investigado por el tema de los niños con cáncer, al alcalde de Mina por la “mala leche” del gobierno que descubrió, al edil priista de Alvarado por un “incendio”… toda una cacería de brujas.
El 23 de febrero del año en curso, el dirigente de Morena en la entidad, Manuel Huerta Ladrón de Guevara lamentó que el Fiscal citara a declarar a la prestigiada investigadora Rosío Córdova Plaza, esposa del alcalde opositor de Xalapa, Hipólito Rodríguez y aspirante a Rectoría de la UV, quien revelaría que al menos 27 estudiantes de la Universidad Veracruzana (UV) habían sido víctimas de “levantones” y nueve más de secuestro.
La autoridad la amenazaría que de no acudir a comparecer se haría uso de la fuerza pública.
Asimismo difícilmente los morenos olvidarán las embestidas por mandato contra su militancia y dirigencia, sobre todo luego que la diputada Tania Carola Viveros, de extracción Morena acudiera a la Fiscalía de Delitos de Violencia contra la Familia, para denunciar un supuesto intento de privación de su libertad, mismo que sería desdeñado y desmentido por la Fiscalía y el propio gobernador.
La lista ahí no termina.
Aficionado de hueso colorado a las redes, Winckler escenificó batallas campales contra todo aquel que osaba criticarlo en las redes, ocupación central del Fiscal. Así, un buen día decidió bloquear del twiter a las madres de desaparecidos para que no le dieran más lata.
Mientras, el gobernador asumía de manera ilegal la vocería de la Fiscalía en el tema Duarte/Karime, el aseguramiento de los primeros cuatro departamentos en Boca, los ranchos “La Cartuja” y el “Faunito”, dos lotes en Costa de Oro, la casa de Duarte de Tlacotalpan y la captura de 19 mandos de la Secretaría de Seguridad Pública.
Vaya, ni a Houston sería llevado el acomedido Winckler para sumarse a la algarabía por el trámite de adjudicación de la residencia y oficinas a todo lujo de “duartistas”, en Woodland.
Winckler, en esa ominosa sumatoria, quedaría colocado como la niña de piel sensible que se irrita con el hedor de los muertos y la sangre de los caídos, con los improperios de sus enemigos y, peor, con la crítica de los que dejaron de verle perfil para allegarle justicia a Veracruz.
Y para los demandantes de información pública, para esa prensa que exige la versión oficial, terminaría enviándoles por Twitter o WhatsApp saludos y un beso o un guiño gestual.
Payaseando supuso que se llenaría de autoridad moral.
Hoy, como escribe uno de los más influyentes moderadores de opinión de Veracruz, el Fiscal está cerrado a todo ya que su prioridad son las redes sociales, a las que es adicto:
“Primero sus calcetines de colores, primero sus dotes de chef presumiendo una paella dominguera, primero los 5 kilos de peso que debe bajar, primero las fotografías con que capta al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares. Después la justicia a Veracruz”.
Hoy Winckler está contra la pared. Ya asoma el juicio político y un destino manifiesto en Pacho, en donde por cierto no permiten el uso del celular… y eso, pues eso, sí que ¡está cabrón!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
Comentarios