Sin imaginarse la enorme debacle de su partido, se atrevía a decir: «El PRI es un partido histórico, el único que sigue estando en todos los rincones del país; fue el gran constructor del México del siglo XX», afirmó. Su arma secreta la revelaba: «Hay un número alto de indecisos; contamos con el partido más grande y mejor organizado».
Sin embargo, Nuño Mayer estaba completamente equivocado, nunca se imaginó que frente a ellos se venía un tsunami que los relegaría hasta el fondo de las preferencias electorales, sin ninguna posibilidad de llegar a la presidencia. Hoy el PRI está cojitranco; el tricolor desapareció del mapa político, no ganó absolutamente nada. Hoy Nuño Mayer llora. El agravio y la afrenta al magisterio es una factura que ya está cobrada, bien cobrada.