Jorge Díaz Bartolomé / Durante la Colonia, la forma más común de trabajar y organizar la tierra en América fue la hacienda. Este sistema de propiedad surge en la Península Ibérica como un concepto de posición latifundista que se componía de una gran extensión de tierra que pertenecía a una sola persona o familia.
Durante la Colonia y aún en el México independiente existieron haciendas pulqueras en la regional de Hidalgo y Tlaxcala; azucareras y ganaderas en el sureste de México, henequeneras en la región de Yucatán, cerealeras y textileras en el centro del país, mineras en el bajío, tequileras y mezcaleras en Jalisco y Oaxaca, así como algodoneras y cafetaleras. Sin embargo, pocas o ninguna hacienda fueron monoproductoras, siempre producían algunos cultivos básicos para el autoconsumo, especialmente el maíz y frijol, que ha sido la base alimentaria de la población mexicana.
Recientemente la organización Xalapa Antiguo organizó un recorrido histórico por tres haciendas que se encuentran escondidas en el estado de Puebla. Su difícil acceso y el misticismo que las envuelve hicieron de la visita una experiencia extraordinaria para los amantes de aquellas construcciones de los siglos XVIII y XIX. La primera exhacienda visitada fue San Isidro Xicalahuata, en sus inicios propiedad eclesiástica, es decir, hubo órdenes religiosas como la de los Carmelitas o los Jesuitas que las tuvieron bajo su propiedad. Algunas fueron adquiridas por medio de mercedes reales y otras por testamento, o bien por herencias piadosas, inclusive las podían adquirir cuando se remataban o se embargaban.
En el municipio de Cuyoaco, antiguamente Los Llanos de San Juan, existe un gran número de haciendas que tienen gran importancia cultural e histórica, algunas otras funcionan en la actualidad con un gran dinamismo, que generan un importante sistema productivo en la región. Una visita que estuvo guiada por el cronista de Libres, Puebla, don Martín Guzmán.
Poco antes del mediodía el grupo viajó hacia Aljojuca, un municipio fundado en 1563, gracias a una Merced de tierras otorgada por el virrey don Luis de Velasco a la familia indígena de apellido Mendoza. En 1879 fue elevada a la categoría de Villa, perteneciente al distrito de Chalchicomula, hacia 1895 se constituyó como municipio libre. En 1599 se construyó el templo parroquial bajo la dirección de un sacerdote de la Compañía de Jesús, el cual se concluyó en el siglo XVII. Este municipio tiene dos de las haciendas más sobresalientes de la región, una de éstas es la enigmática hacienda de San Francisco Tlaxcantla, conocida como Cascantla, escondida entre milpas. Fue habitada por frailes franciscanos desde principios del siglo XVIII, éstos construyeron una capilla para evangelizar, cuenta con una bella y elaborada fachada; actualmente se encuentra en ruinas, circunstancia que ha originado algunas leyendas.
La última visita fue a la imponente ex hacienda de San Diego Jalapasco, contaba con una extensión de 22 mil hectáreas, e incluía una buena parte del Pico de Orizaba. El 29 de noviembre de 1841 don Guadalupe Victoria y doña María Antonia Bretón contrajeron nupcias en la hacienda de San Diego, Jalapasco (propiedad del padre de ésta). La casa principal, ubicada junto al cráter llamado Jalapasco, fue tan productiva y próspera que contaba con su propio ramal del ferrocarril, un hospital e incluso un boliche. Las visitas fueron guiadas por la cronista del municipio de Aljojuca María Tomasa Félix Maximiliano Encarnación.
Las haciendas en México son una muestra de la determinación de quienes hicieron de la Nueva España un bastión económico, asimismo son una evidencia de la grandeza del patrimonio cultural e histórico de nuestro país.
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